El Mejor Regalo

 



Cuando yo tenía siete años, José Francisco Sierra, mi padrino de bautizo, me enseñó a jugar ajedrez. Hasta hace un año, la enseñanza del juego ciencia la consideré como el mejor regalo que había recibido. En febrero del año pasado, María Paula y María Juliana, mis hijas amadas, me dieron un regalo para el alma, que me acompañará toda la vida y que, sin duda, es el mejor que me han dado. Me refiero a la invitación que me hicieron a participar en el retiro de Emaús. 

Si bien María Paula, mi hija mayor, había hecho, unos años atrás, Patah, que es el retiro para jóvenes; no me anticipó nada sobre las actividades y la dinámica que se sigue. No es que sea un asunto de secretismo, se trata más bien de la reserva que se debe tener para que el retiro alcance su propósito. Desconocer lo que uno va a encontrar allí es esencial para vivir con plenitud la experiencia. De lo contrario, cualquier clase de spoiler afectaría su normal desarrollo. Es como en Las Vegas: lo que pasa en Emaús, se queda en Emaús.


Para quienes no saben de qué se trata y aunque Emaús no se explica, ¡se vive!; de todas formas, me parece apropiado hacer una breve reseña. Empiezo por decir que es un retiro espiritual católico hecho por y para laicos, durante un fin de semana (de viernes a domingo). La intervención de sacerdotes se limita exclusivamente a la celebración de los sacramentos. Los participantes se denominan Caminantes y quienes facilitan la experiencia, Servidores. Emaús es un camino que solo se puede recorrer una vez para encontrarse con Dios, quien camina a nuestro lado sin que, muchas veces, seamos capaces de notarlo.

En el retiro conocí gente extraordinaria, en especial, los Caminantes de mi grupo que estuvo liderado por Carlos Roberto Flórez, conocido simplemente como “Erre”. En su rol de Servidor, “Erre” supo crear entre nosotros un ambiente de fraternidad y confianza que nos permitió abrir el corazón para acoger las reflexiones, tanto suyas como las de todos. También es justo reconocer que los demás Servidores jugaron un papel fundamental. Su generosidad, capacidad de comunicar sentimientos y disposición para servir, fueron factores clave para vivir el retiro de la mejor forma.

Escuché a varios Caminantes decir que Emaús los transformó o que su vida se dividió en un antes y un después. No dudo que así fue. Si tenemos en cuenta que es una experiencia íntima, cada quien lo asume e interioriza de una manera muy personal y lo refiere desde su propia vivencia. En mi caso particular, también pienso que el retiro de Emaús fue un punto de inflexión. Me ayudó a reorientar mi espiritualidad y puso a Dios en el centro de mi vida. Y si por un momento pudiera abstraerme de su parte religiosa, pudiera decir que el retiro fue una lección de vida. Un espacio para reflexionar, conocerse a sí mismo y entender al otro sin juzgar. Es una oportunidad para hacer catarsis y sacar los miedos y culpas que llevamos dentro. Al “caminar” gané en confianza en mí mismo, salí con un sentido de vida renovado y, lo más importante, fortalecí mi fe con el deseo profundo de ser consecuente con ella.

Por haber hecho el retiro no es que mis problemas y preocupaciones hayan desaparecido. Sin embargo, cambió la manera como los afronto, con la confianza plena de que Dios actuará en el momento justo y todo se solucionará. A veces con impaciencia no entendemos por qué las cosas no se nos dan cuando las pedimos. Olvidamos que los tiempos de Dios son diferentes y que sus planes siempre son mejores que los nuestros. Son perfectos. Recordemos que Dios siempre nos escucha porque nos ama infinitamente, pero hay que saber pedir y hacerlo con verdadera fe. Alguna vez leí: “Dios nunca tiene prisa, pero siempre llega a tiempo”.

Tampoco el retiro me llevó a rezar más, aunque sé de lo poderosa que es la oración. Siempre he considerado que rezar es una manera de conectarse con Dios, que nunca está demasiado lejos para nosotros, solo está a una oración de distancia. Pero para hacerlo se requiere de recogimiento, concentración y entrega. Repetir oraciones sin estar dispuestos y teniendo la mente en otras cosas, pierde todo el sentido. Solo rezo cuando tengo la disposición necesaria y siento ese fervor en mi corazón que me conduce a orar con verdadera devoción. En mi cotidianidad, hago una corta oración a la hora del almuerzo para dar gracias por los alimentos que están en la mesa. Más que pedir, siempre habrá porqué agradecer.

Como ya dije, Emaús fue un regalo de mis hijas, pero en realidad, la invitación vino de Dios mismo. Asistí al retiro con la íntima convicción de querer hacerlo y sentí en mi corazón la necesidad de renovar su presencia en mí. Si lo hubiera hecho solo por complacerlas no habría tenido el significado que tuvo para mi vida. Fue un fin de semana en donde todo lo vivido me llegó al alma. Me sentí profundamente feliz porque me encontré (o reencontré), con el Señor y sentí que me reconcilié con él a través de la eucaristía. Hoy tengo conciencia de su presencia en cada momento de mi vida. Y tener a Dios es tenerlo todo.

Remate al Arco: En el retiro conocí una bella oración que se volvió mi favorita. Es la Invocación al Espíritu Santo del Cardenal Verdier. Dejo el link. https://www.corazones.org/oraciones/por_temas/espiritu_santo_cardenal_verdier.html

Tal vez te interesen estas entradas

6 comentarios

  1. Interesante vivencia. Antes todo encontrar la Paz con nosotros mismos y los que nos rodean...en ese orden. Dejar ir tanta cosa transitoria que no aporta.

    ResponderBorrar
  2. Mi querido Jorge, que alegria tan profunda que expreses el gozo por haber recibido de nuevo al señor.
    Con seguridad tu corazón seguirá ardiendo con la mirada de Cristo Jesús.
    Desde ya estás en nuestras oraciones.
    Emaús Hombres Santa Monica.

    ResponderBorrar
  3. Excelente escrito e invitación. Para tener en cuenta y participar

    ResponderBorrar
  4. Para quienes lo hemos vivido más de una vez es acercarse a la presencia de Dios mismo, cada vez que lo he hecho, lo quiero hacer de nuevo.

    ResponderBorrar
  5. Así es Jorge, estos encuentros con Dios y sobre todo con uno mismo son muy importantes y necesarios para tener uno Paz tan to interior como con los demás. Yo he hecho 2 encuentros 1 solo y 1 en pareja no de Emaus sino otros y me han servido mucho. Recomiendo a todos hacer esta clase de cursos que si duda cambiaran nuestras vidas. Saludos y ahora anímate ha hacer el de parejas.

    ResponderBorrar
  6. Nací en un hogar con madre católica y padre cristiano. educada en colegio religioso pero no es de allí de donde viene mi infinito amor y confianza en Dios. Ha sido un proceso, un aprendizaje diario. Aún no he tenido el deseo de hacer un retiro espiritual, quizá, es un poco de prevención. No quiero encasillar o limitar mi imagen de Dios. Sé que soy su amada hija, que él es infinito amor y misericordia, que conoce nuestras debilidades y fragilidad humana, que nos hizo a su imagen y semejanza, pero humanos y no santos y que cada día es una oportunidad para agradecer y para ser mejores cristianos.

    ResponderBorrar