Contando el de Catar, he disfrutado 14 mundiales. Todos han tenido su encanto particular, con partidos inolvidables, pero ninguno como el de México ’70. Estoy alineado con quienes sostienen que la de Catar ha sido la Copa Mundo más emocionante y llena de sorpresas, con una final espectacular; sin embargo, esto no la convierte en la mejor. Para mí, la de México ’70, es la mejor, no solo por razones emocionales si no desde lo futbolístico.
Gabriel García Márquez escribió: “La vida no es la que uno vivió, si no la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. En ese sentido y con parafraseo mío, diría que los partidos de fútbol no son lo que son, si no cómo los recordamos. Si bien recuerdo claramente algunos pasajes de los partidos de México ’70, soy consciente que la memoria en asuntos de futbol no es confiable. De cualquier forma, atesoro inolvidables momentos de ese mundial, que tienen que ver con Brasil, esa selección de ensueño que maravilló al mundo, que nos hizo sus hinchas y que es una de las mejores (o tal vez, la mejor), de todos los tiempos: el cabezazo de Pelé que fue increíblemente atajado por el arquero inglés Gordon Banks; el golazo de Carlos Alberto a Italia en la final o las jugadas que Pelé le hace al guardameta uruguayo Mazurkiewicz: la primera, un ocho que por centímetros no terminó en gol, y la segunda, la devolución de volea, con dirección al arco, a un saque corto del portero.
Después de México ’70, en mi ranking personal de los mundiales, ubico el de México ’86, que elevó a Diego Maradona a la categoría de astro mundial, por haber llevado de la mano a su selección a alcanzar la Copa Mundo y por haber marcado el considerado mejor gol de la historia. Aludo a su segunda anotación a Inglaterra, en cuartos de final, en donde recorrió la mitad del campo, dejando en el camino a medio equipo inglés, para terminar anotando ante la salida del portero Shilton.
Después de Pelé, para mí, Maradona es el mejor futbolista de la historia, así no haya cosechado tantos títulos como Messi. Tuve la fortuna de verlo jugar en El Campín, en las eliminatorias para el mundial del ’86. En esa ocasión, Argentina nos derrotó 1-3. Gabriel Ochoa, entrenador del combinado nacional, había tomado las precauciones del caso y dispuso una marca férrea en el medio campo para neutralizar al 10 argentino. Pero ni Germán Morales ni Pedro Sarmiento, reconocidos por su marca fuerte, pudieron contenerlo. Esa tarde Maradona lució en todo su esplendor y ni siquiera pareció afectarle la altura de Bogotá.
Remate al Arco: Sobre el gol de la historia, cuenta Jorge Valdano, exdelantero de la selección Argentina, que Maradona le confesó que, en medio de su carrera rumbo al arco rival, quería hacerle el pase (Valdano acompañaba la jugada por la otra banda), pero no tuvo oportunidad porque siempre se le cruzaba algún inglés, así que solo le quedaba eludirlo y seguir adelante. Menos mal no lo pudo hacer porque nos hubiera privado de ese fantástico gol.
Jorge Luis, comparto contigo la selección, como la mejor de la historia la de Brasil de México 70, y respecto del mundial del 86, en lo personal recuerdo mucho el de España 82, y por la forma en Italia gana ese mundial, pues las figuras eran Maradona y Zico, y el favorito la considera segunda mejor selección Brasil de todos los tiempos. Al final un Claudio Gentile, que borró la actuación de Maradona, Zico y Sócrates y un Paolo Rossi fulgurante. Con 20 años aún no cumplidos, recuerdo haber llorado la derrota de Brasil, 3 por 2, frente a Italia, cosa que no me puedo explicar, pues ni por Colombia he llorado ninguna derrota; entonces creo que era porque tal vez vivía más el fútbol. Por eso ese es mi mundial, después de México 70
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