El Mejor Español del Mundo

 



Desde hace bastante tiempo se afirma que en Colombia se habla el mejor español del mundo. De ser cierto, me imagino que se hace referencia al que hablamos en Bogotá y el centro del país. No podría ser el que se habla comúnmente en la costa en donde se comen la letra s del plural. Por ejemplo, la palabra fósforo la pronuncian igual para el singular que para el plural. Además, en esta palabra, la s intermedia les suena como una especie de j relajada. Así, para indicar que hay un fósforo, se escucha “un fójforo” y si son tres, “tre fójforo”. Tampoco podría ser el español que hablan los paisas con un pésimo voseo y mucho menos, el que se habla en el Valle con una injustificada letra s al final de los verbos conjugados en segunda persona del singular: ¿Vos, comistes? Desde luego que estas son generalizaciones. Tengo claro que el lenguaje apropiado por cada hablante es una consecuencia de su nivel educativo y corresponde al entorno sociocultural al que pertenece.


Aun cuando creo que, en términos generales, los colombianos hablamos un buen español, me parece que cada día nos esforzamos para desvirtuar esta apreciación. Traigo a colación algunas palabras y expresiones que me llaman la atención por su mala utilización o por tener un sabor tan regional que difícilmente podría entender un extranjero, por más hispanoparlante que sea. Dejo por fuera los términos que se han acuñado dentro del llamado lenguaje incluyente que, en su afán por tener un matiz igualitario, se aparta de la morfología del español y, muchas veces, resultan innecesarios.

Demasiado: Se tiene la falsa creencia que Demasiado es un superlativo que maximiza al adjetivo y que se puede emplear como sinónimo de bastante o mucho. En realidad, es un adverbio que indica más de lo debido. Lejos de tener una connotación positiva, denota algo negativo. Por ejemplo, si se dice que alguien fuma demasiado se da a atender que lo hace en exceso con consecuencias para su salud. Por no tener otro sentido, resulta incorrecto, entonces, decir “estoy demasiado feliz” o “esa mujer es demasiado bonita”, pues deja de ser algo positivo y se convierte en algo que supera lo deseado o tolerable. Considero que esta palabra se usa demasiado mal, en particular, por la gente joven.

Vecino: Parece que ahora todos nos volvimos vecinos de todos. En Sopó, donde vivo, cuando voy a comprar algo, ese es el tratamiento que me dan los dependientes de los comercios, sin saber si en realidad tengo esa calidad: ¿Que se le ofrece, vecino? O peor, aún: Veci, ¿no va a llevar fresas? Creo que la única forma que es válido que lo llamen a uno vecino es justamente cuando exista vecindad con el interlocutor o a menos de que se trate de Matías Vecino, el jugador de la selección uruguaya. En ese caso, aunque el futbolista viva lejos se le podría llamar Vecino o con mayor formalidad, señor Vecino.

Regalar: No sé desde cuando este verbo se volvió sinónimo de dar o vender. Encuentro fastidioso escuchar en una tienda: ¿me regala una Coca-Cola? Y no es que la persona pretenda que le obsequien la gaseosa. Lo que está pidiendo, así no parezca, es que se la vendan. Y lo curioso es que el tendero entiende que es una solicitud de venta, se la despacha y, obviamente, se la cobra. No hay duda de que estamos ante un consenso tácito en el que se le asignó una nueva acepción al verbo regalar.

Sí señor: Ha hecho carrera que a un saludo simple como “Hola, ¿cómo estás?”, algunas personas respondan: “Bien, sí señor”. ¿Por qué le agregan el “sí señor”? ¿Es una reafirmación de que están bien? No alcanzo a entender lo que se busca con esto. Extraño el “bien, gracias”, como era usual anteriormente.

Colaborar: Este verbo utilizado en forma de pregunta reemplazó el “por favor”. Algunas personas ya no piden el favor si no demandan colaboración. Por tanto, en lugar de “por favor haga la fila” ahora se escucha: “¿me colabora con la fila?”. En una ocasión estaba en un banco, me entró una llamada y contesté. A los dos segundos tenía al vigilante a 50 centímetros diciéndome: “¿me colabora con el celular?”. En principio pensé que tal vez le habían robado su celular, estaba haciendo una colecta para comprar otro y me estaba pidiendo dinero. Intenté darle $2.000; pero no, su intención era que dejara de usar el teléfono móvil.

Remate al Arco: Espero que los vecinos que me leen estén demasiado de acuerdo con lo expuesto y me colaboren con un comentario.


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5 comentarios

  1. Buenísimo. La forma más efectiva de mejorar lo que planteas sería que la gente y en especial, los jóvenes lean más. En mis vacaciones más recientes en México, recibí uno de los piropos más bonitos que he oído: me felicitaron por el léxico de mis hijos. Veci, quedé demasiado feliz.

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  2. De acuerdo, Olga Lucía.
    Aunque creo q los jóvenes sí leen... pero las redes sociales.
    La mejor forma de incentivar la lectura es con el ejemplo. Que vean a sus padres leyendo.

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  3. ...y que opinas con la expresión AJAA que utizan en la costa y que ha comido vuelo en el interior del país.
    Te felicito por el artículo

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  4. Buenísimo el artículo y totalmente de acuerdo con incentivar el buen uso del lenguaje a través de la lectura

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  5. Así es Jorge, aquí en Bogotá especialmente hablamos un buen español pero hay que aclarar somos los que tenemos más de 35 años, porque los jóvenes de ahora y los "Milenios", hablar muy mal español, es más ya casi ni hablan porque a toda hora es sólo chatear, vivo ejemplo de mi hija de 23 años y muchas de sus amigas, que le dice uno pero llámala y dicen "no ya escribí" además que salen con unos dichos que ya ni uno entiende. Y lo de vecino o veci y me regala, como lo dijiste, eso ya son una ley en todos los comerciantes y en uno cuando pide algo. Muy buen artículo y de pronto deberías escribir uno sobre la forma de hablar o mejir dicho chatear de los milenios que tenemos vivos ejemplos de nuestros hijos(as). Saludos

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