Hace más o menos una semana, el gobierno de Gustavo Petro cumplió dos meses. Aunque en el mundo laboral este lapso constituye el periodo de prueba para que los nuevos empleados demuestren si tienen las capacidades para el cargo, no les falta razón a quienes piensan que es muy poco tiempo para evaluar su mandato. De cualquier forma, y al margen de querer hacer un análisis de la gestión del presidente, pues no se pueden sacar conclusiones apresuradas a un gobierno que apenas inicia, no sería nada arriesgado afirmar que estos dos meses fueron suficientes para poner al país en un alto grado de preocupación, por cuenta de sus actuaciones y los cambios anunciados.
No se sabe cuál tema genera mayor inquietud: La reforma tributaria, la pensional, la agraria o la de la salud. A esto, sumémosle su política de Paz Total, el acto legislativo de reforma política y el Código Electoral, entre otros delicados asuntos. Y, por si fuera poco, los trinos irresponsables del presidente (algunos mal redactados y con faltas de ortografía), que generan ruido en los mercados y obligan al Ministro de Hacienda a hacer aclaraciones y rectificaciones.
Reconozco que mi opinión sobre el presidente Petro tiene una alta dosis de subjetividad y sus actuaciones las valoro y percibo de modo parcial. Tal vez por esto, me alarman las reformas estructurales que hará su gobierno, en diferentes materias, bajo el influjo de su particular ideología de izquierda. Sobre estas transformaciones, tengo más incertidumbres que certezas, respecto a su conveniencia para el país.
En relación con la reforma tributaria, no se necesita profundizar en su análisis para entender que no estimula la inversión y que, por el contrario, la ahuyenta. Como está planteada, se envía un mensaje directo a quienes quieren invertir en el país: guarden su plata o llévensela a otro lado. Si quedaba algo de confianza en Colombia como lugar para invertir, con esta reforma se perderá por completo.
Es entendible que se necesitan recursos para financiar los programas y proyectos. Pero, aun así, es irresponsable e inoportuno presentar una reforma tributaria que afecta gravemente al sector productivo. No veo cómo se va a combatir el desempleo y el trabajo informal, que tiene una tasa muy alta, si se desincentivan las nuevas inversiones y se alienta el éxodo de capitales. Los cambios introducidos que derivan en mayores impuestos para los contribuyentes, en especial para las empresas que pondrán el 66% de la meta de la reforma, terminan siendo aceleradores para apagar los motores de la economía, con lo cual el país dejaría de crecer. Un ejemplo de esto es la carga fiscal para los emprendimientos. El capital de riesgo de las start-ups estará gravado con el impuesto al patrimonio. Con esto, muy probablemente se alejarán los emprendedores y terminarán en otros mercados que les facilite crear valor a su actividad.
Lo que resulta más insensato es que se castigue fuertemente los sectores que representan más de la mitad de nuestras exportaciones, como es el caso del petróleo y la minería que pondrán casi la mitad del nuevo recaudo tributario. El sector de hidrocarburos tendrá que soportar una sobretasa al impuesto de renta durante tres años. Al respecto, Ecopetrol advirtió que la compañía perdería hasta $12 billones por año desde 2026, poniendo en riesgo los proyectos de gas. Así mismo, con la no deducibilidad de las regalías del impuesto de renta, la base gravable de este impuesto se incrementará en cerca de $7.6 billones. Parece que, en realidad, lo que se pretende es acabar con el sector de hidrocarburos y terminar importando petróleo y gas de Venezuela, como lo dijo la Ministra de Minas y Energía.
Otro punto de consideración que trae la ponencia de la reforma tributaria es la sobretasa del 3 % para las hidroeléctricas (por cuatro años, entre 2023 y 2026). Según la Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica (ACOLGEN), cualquier sobretasa afectaría la formación eficiente de precios de la energía que se entrega a los usuarios.
No es momento para amenazar la inversión privada ni para exagerar en la tributación de las empresas. La pregunta que debe hacerse el gobierno es que tanta carga tributaria pueden resistir el sector privado sin parar su crecimiento y frenar la inversión. Además, no olvidemos que tenemos una recesión mundial a la vuelta de la esquina, por lo cual afectar la inversión del sector petrolero sería incoherente porque el país percibiría menores ingresos.
Si se le pide al país que haga el sacrificio de pagar los nuevos tributos, el gobierno debería explicar francamente cual va a ser el destino de los recursos recaudados. Serán $90 billones en los cuatros años de gobierno (si no se hacen posteriores reformas). Me inquieta que como el presidente Petro se eligió ofreciendo subsidios a diestra y siniestra (salarios básicos para desempleados, programas de alimentación escolar, atención integral para infantes, apoyo a madres cabeza de familia, entre otros), se vaya la reforma tributaria únicamente en atender estos programas. No digo que no se haga inversión social, pero debe hacerse de manera razonable y responsable. No se puede repartir dinero a manos llenas o no habrá reforma tributaria que alcance.
Lo más alarmante aún, es la aplanadora que se ha montado en el Congreso para “pupitriar” todas las propuestas del gobierno, como sucedió justamente con la reforma tributaria, la cual fue aprobada en primera instancia en tiempo récord y votando varios artículos en bloque. Al no haber resistencia férrea y los contrapesos necesarios, cualquier iniciativa del gobierno, por absurda que parezca, muy seguramente será aprobada por el Legislativo.
Comparto 100%, su bloq. La táctica de estos gobiernos de izquierda es crear el caos, empobrecer las economías y así subyugar el país que gobiernan. GCM.
ResponderBorrarReceta "Comunista", advertida y sabida. Se saltó la estación Socialista.
ResponderBorrarBien lo reza el conocido refrán: El pueblo que olvida su historia. “Está condenado a repetirla.” La táctica usada por la izquierda radical en Venezuela, es el más fiel reflejo de adónde va el país. Los mismos comentarios de pasillo que escuchamos en Colombia, se oían en Venezuela: “nuestras instituciones son tan fuertes, que jamás permitirán que la izquierda se salga con la suya.” Solo basta con mirar el retrovisor para observar con en el vecino país, se debilitaron las instituciones, los órganos de control, la policía el ejército y se acallaron miles de voces que advertían el caos al que se precipitaba el país mar rico del continente. Nuestro Congreso de la Republica está doblegado ante el tentador recaudo proyectado de la reforma tributaria. Obviamente, desean lanzarse sobre los recursos prometidos para cubrir los subsidios del hambre; ahí está donde enfilan baterías para poder robar lo que más puedan, por eso están alineados, para poder rasguñar lo que puedan coger para si. Es inteligente pensar en huir antes de la tormenta? Es lo que están haciendo muchos, sacando capitales y buscando horizontes que les de tranquilidad a sus inversiones. Los primeros que van a lamentar este gobierno, con seguridad, son aquellos que pensaron que con este, se “iba a vivir sabroso”. Finalmente la base de la economía será la que se encargue de pagar todos los excesos, impuestos, incrementos… todos esos sobre costos se trasladan al consumidor final, en la cadena productiva y de consumo. La patria Boba!
ResponderBorrarDe: Pedro Rodríguez. Hola Jorge, estoy totalmente de acuerdo con tigo sobre esta reforma y peor aún después de ver en Caracol, las graves implicaciones que traería la afectación al sector petrolero y energético que sin duda redundará en importar Petróleo y un alza en los servicios de gas y Energía, es decir a todos nos va a afectar. Ojalá en el Congreso alguien o algún partido haga una sería oposición.
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