Dólar a Cinco Mil

 




El lunes pasado el dólar bordeó los $5.000 y prendió las alarmas en el país. Al registrarse este máximo histórico, parece que quienes vaticinaron un alza de la divisa por la entrada del nuevo gobierno, tenían razón. Durante la segunda vuelta de la pasada contienda electoral, los analistas económicos advirtieron que, si Gustavo Petro era presidente, al otro día de conocerse el resultado de las elecciones, el dólar amanecería más caro y nuestro peso empezaría a devaluarse a un ritmo acelerado. En su momento parecía una afirmación un poco temeraria y exagerada, pero lo cierto es que, desde el 19 de junio, día en que Petro ganó las elecciones, se ha devaluado un poco más del 27%. Pasó de $3.900 a $4.969 (TRM del 24 de octubre), en solo cuatro meses y medio.


El gobierno ha salido al paso, diciendo que la devaluación obedece a factores externos de orden mundial, en un intento de salvar cualquier responsabilidad respecto al tema. Es cierto que la guerra de Ucrania y la amenaza de una recesión global, entre otros factores sobre los cuales no se tiene control, inciden en el fortalecimiento de la divisa. Pero también lo es, que por cuenta de las declaraciones del gobierno y los tuits irresponsables del presidente se ha precipitado la devaluación del peso respecto a la moneda estadounidense. Un tuit de Petro esbozando su intención de gravar los llamados capitales golondrina (aquellos que llegan a un país en el corto plazo y luego salen en busca de un nuevo mercado con mejores oportunidades de inversión) o un ataque de la Ministra de Minas y Energía al sector de hidrocarburos, repercuten en la pérdida del valor de nuestra moneda. Sin embargo, el gobierno lejos de reconocer esta situación mantiene la tesis de que se trata de un fenómeno internacional. Lo que olvida es que las tasas de devaluación de los países de la región, exceptuando a Argentina, están muy por debajo de la nuestra. Incluso México o Brasil prácticamente no han devaluado su moneda. De modo que, sí hay ingredientes internos que han hecho que tengamos que sacar, prácticamente, $5.000 para comprar un dólar.


La devaluación empobrece a todos los colombianos. No solo afecta a los importadores, a los que viajan al exterior o a los que nos gusta comprar por Amazon. El efecto es transversal para la economía del país y trae trastornos significativos en diferentes frentes: mayores precios de bienes que van desde alimentos (recordemos que cerca del 60% de la canasta familiar la componen productos importados), hasta maquinaria y electrodomésticos. Así mismo, y tal vez lo más delicado, es que el servicio de la deuda se vuelve más oneroso. Del presupuesto para el año entrante, se destinaron $25 billones para atender la deuda externa; pero al paso que vamos, si no se detiene la devaluación, cuando llegue el día del giro, se tendrán que sacar varios billones adicionales de nuestros devaluados pesos. Es claro, entonces, que con la devaluación la deuda externa crece y para el pago del capital e interese se tendrá que destinar una buena parte de lo recaudado por la reforma tributaria, lo cual sería lamentable si tenemos en cuenta el gran esfuerzo que harán los contribuyentes para resistir la nueva carga fiscal.

Las medidas que ha tomado el ministro Ocampo y sus explicaciones sobre el rumbo económico del país han tenido un efecto positivo para frenar la devaluación. Lo preocupante es que, como dice el profesor de economía de la universidad de Los Andes, Marc Hofstetter, ya no sean suficientes las declaraciones del Ministro de Hacienda desmintiendo cada noche las imprudencias económicas de su colegas.

Confiemos que los nuevos anuncios del gobierno, en un claro reversazo sobre el manejo que le dará al sector de hidrocarburos, empiecen a contener la devaluación. De hecho, el dólar terminó la semana a la baja y el viernes pasado cerró en $4.822. De todas formas, algunos analistas pronostican que tendremos una tasa de cambio, al cierre del año, cercana a los $5.200. Lindo panorama para una Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo.

Remate al Arco: En la otra cara de la moneda están quienes se benefician con un dólar alto y que, por estos días, están calladitos viendo cómo les rinde la conversión de dólares a pesos. Sin excluir otros, es el caso de los exportadores de flores, frutas y, por supuesto, de coca.

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