Miguel Uribe: Duelo y Política


 


No se necesita ser afecto al proyecto político del Centro Democrático, para repudiar y sentir dolor por la consumación del asesinato de Miguel Uribe Turbay. Durante los dos meses que estuvo luchando por su vida, mi mujer y yo estuvimos pendientes de su evolución médica —no solo a través de los medios sino por lo que me contaba Mauricio Ocampo, amigo personal y cercano a su familia— y compartimos la tristeza por el desenlace fatal de este lamentable e indignante episodio.


Para muchos colombianos, el senador Uribe era el líder capaz de enderezar el rumbo del país. Tristemente, esa ilusión fue abruptamente truncada por las balas asesinas de un joven sicario al servicio de las mafias criminales que se pasean campantes por todo el territorio nacional, ante la mirada impotente —o quizá cómplice— de quienes deberían contenerlas.

Durante la semana pasada, cuando Colombia, invadida por el dolor y la consternación, despedía a Miguel, lo lógico hubiese sido escuchar mensajes de unidad, en un tono prudente y sosegado, por parte de los políticos. Pero, no. Lo que abundó fue la instrumentalización política del duelo. Solo oí voces que atizaban el fuego, en vez de llamados a apaciguar los ánimos. Escuché de algunos políticos, pronunciamientos que aparentemente eran mensajes de condolencias, pero en el fondo no eran otra cosa que dardos emponzoñados contra el gobierno y sus antagonistas. El que debió ser un momento de duelo nacional, lo convirtieron en un escenario para destilar veneno a través de un micrófono o por la vía fácil de un tuit.

Como botón de muestra de lo anterior, fue la reacción del expresidente Álvaro Uribe en su cuenta de X, contra Juan Manuel Santos por haber asistido al Capitolio a darle el pésame a la familia de Miguel Uribe, la cual me pareció absurda y fuera de lugar. Sin ambages, el expresidente lanzó una andanada de descalificaciones contra Santos, reviviendo viejas rencillas y desconociendo que lo que menos necesita el país son más motivos que lo dividan. Que triste es pasarse la vida rumiando rencores, en vez de pasar la página.

Es cierto que el expresidente atraviesa una coyuntura personal difícil: una condena de 12 años de prisión domiciliaria no es asunto menor. Y por esta circunstancia es posible que esté no solo dolido por la partida de Miguel sino frustrado y con rabia por todo lo acontecido. Sin embargo, esto no le da licencia para incendiar más el ambiente, ya de por sí caldeado. Qué distinto habría sido escuchar un mensaje de serenidad y templanza que diera cuenta de su grandeza, en lugar de sembrar aún más odio. Pero bueno, pienso que cada quien habla desde el corazón que tiene.

La senadora María Fernanda Cabal reveló que en el Centro Democrático ya había un consenso para que Miguel Uribe —de haberse recuperado— fuera el candidato presidencial de esa colectividad. No sé si lo habría apoyado en las urnas en las elecciones presidenciales de mayo próximo. De todas formas, teniendo en cuenta que desde hace como 40 años, vengo votando por la persona sin considerar demasiado el partido al que pertenece, seguramente lo hubiese tenido como una opción sería. Lo percibía como un tipo decente, inteligente, preparado y de expresión transparente. Llevaba consigo la virtud, poco frecuente en nuestros políticos, de parecer dispuesto a gobernar sin odios ni venganzas.

En mi opinión, Miguel podría haber sido presidente, quizá no en 2026 pero sí en un futuro cercano. Su juventud le hubiese dado margen para intentarlo varias veces. Creo que nos habría devuelto la esperanza de alcanzar la paz, ese viejo anhelo que todavía mantenemos los colombianos. Como bien lo dijo, María Claudia Tarazona, su viuda: “Miguel creía en la seguridad y la justicia como pilares fundamentales para conseguir la paz, pero no como fuentes de venganza u odio".

Remate al Arco. La pasión de Miguel Uribe por el ajedrez era tal, que alguna vez consideró dedicarse profesionalmente al juego ciencia. Tal vez, si hubiera seguido ese camino, seguiría entre nosotros.

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