Javier Acosta era el joven hincha de Millonarios que se aplicó la eutanasia el viernes pasado. Contrajo una bacteria que acabó con sus tejidos y huesos, ocasionándole osteomielitis y leucemia. Luego de haber luchado durante cinco años sin resultados positivos y para no seguir soportando los fuertes dolores, decidió ponerle punto final a su vida. Falcao, el capitán azul, en una emotiva videollamada que le hizo hace unos días, le dijo que a veces uno no entiende por qué las cosas pasan y por qué atravesamos ciertas dificultades. Le prometió que pedirá a Dios por él y que le dedicará el primer gol que marque con Millos.
La eutanasia es un tema complejo que genera intensos debates éticos y morales, especialmente cuando se contrasta la visión de la Iglesia Católica con la de la comunidad médica. Por un lado, la Iglesia se opone firmemente a la eutanasia, pues solo Dios tiene el poder de dar la vida o quitarla. En consecuencia, cualquier intervención que busque la terminación de la vida, va en contra de la doctrina cristiana. Por su parte, en el ámbito médico se considera que los pacientes tienen el derecho a decidir sobre su propio cuerpo y su calidad de vida. En este sentido, permitir que una persona elija morir dignamente, cuando enfrenta un dolor intolerable y sin esperanza de mejoría, puede ser una manifestación de autonomía personal.
Este contraste de posturas me ha hecho reflexionar sobre el valor de la vida. Aunque me considero un hombre de fe y la entiendo como un don sagrado que nos da Dios, veo la eutanasia como una opción válida para morir dignamente y evitar el sufrimiento, no solo del enfermo terminal si no de sus familiares. Creo firmemente en el derecho a morir dignamente y lo reconozco como un avance de nuestros tiempos.
Desde la perspectiva religiosa, es muy fácil juzgar a quien, como Javier, toma esta decisión. Sin embargo, pienso que si alguien estuviera sufriendo en carne propia una enfermedad degenerativa, con intensos dolores que no ceden ante los cuidados paliativos y sabiendo que no hay ninguna posibilidad de mejora, muy seguramente su decisión de acabar con ese sufrimiento no atendería creencias religiosas.
En 1997, la Corte Constitucional despenalizó la eutanasia en ciertas circunstancias y en 2015 estableció los criterios para su aplicación. La Corte estima que la eutanasia es un derecho fundamental de los pacientes en condiciones de sufrimiento extremo e irreversible. En 2021, el Ministerio de Salud emitió un protocolo que regula el procedimiento para llevarla a cabo. Este protocolo establece que solo se puede realizar en pacientes con enfermedades terminales y que han manifestado su deseo de morir de manera voluntaria y consciente. Además, se requiere la evaluación de un equipo médico y la firma de consentimientos informados.
Aún con estos avances en materia de regulación legal, la eutanasia sigue siendo un tema controvertido, en el que se encuentran opiniones divididas que reflejan las tensiones entre derechos individuales y creencias éticas y religiosas. Yo, que creo en un Dios infinitamente misericordioso y bondadoso, que desea lo mejor para sus hijos y que no quiere verlos sufrir, no pienso que condene a quien acuda a la eutanasia como un último recurso para dejar una existencia de dolor y sufrimiento. En últimas, la eutanasia es un acto de compasión y si Dios no es compasivo, entonces, ¿quién?
En conclusión, si llegara a padecer una enfermedad terminal, con dolores insoportables y sin esperanza de alivio, tomaría la opción de la eutanasia. Creo que la vida es un derecho y no una obligación y, en una situación como esta, me parece que cada quien tiene la potestad de decidir si quiere seguir viviendo o no.
Remate al Arco. En relación con la eutanasia, Hans Küng, el célebre teólogo y sacerdote católico, afirmó: “un Dios que impidiera al hombre poner fin a su vida cuando sólo le ofrece cargar el tiempo restante con pesos insoportables, no sería un Dios amigo del hombre”. Küng plantea que un respeto auténtico por la vida implica reconocer el derecho de las personas a decidir sobre el final de sus días. Para el escritor suizo, prolongar la condición de la vida en condiciones de sufrimiento extremo es una forma de crueldad. Por pensamientos como estos, Juan Pablo II, en 1979, le retiró el permiso para oficiar como sacerdote y enseñar teología católica.
Estimadísimo JLC. He leído tu columna y me ha parecido una reflexión profunda y muy bien equilibrada sobre un tema tan sensible como la eutanasia. Me gustó mucho cómo lograste presentar las perspectivas religiosas y el derecho individual a una muerte digna de manera respetuosa y empática. Tu reflexión sobre la compasión de Dios frente al sufrimiento humano es especialmente poderosa, ya que nos invita a pensar más allá de los dogmas y a considerar el valor de la misericordia en situaciones tan extremas como la de Javier.
ResponderBorrarEs muy grande el impacto emocional y psicológico que decisiones como la de Javier tienen en sus seres queridos, traumas como la culpa que persite en el alivio justificante , o incluso paz, también sería una dimensión en este caso.
JLC, es un tema tan complejo que escala a hasta la filosofía...
Un abrazo
"Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti" San Agustín nos regala ese hermoso canto a la Libertad; esa de la gozamos por Voluntad Divina y que ha sido mal utilizada por la humanidad desde Adan y Eva y ahora más visibles en éstos tiempos, amparados en falsos derechos.La Iglesia amparada en las enseñanzas de Cristo, no juzga a quién utiliza mal la libertad, siempre se juzgan los actos, los hechos, todo aquello que vaya en contra de los derechos de Dios, por quiénes ejecutan esos actos, estamos llamados a Orar por Ellos, no excluye al pecador, se excluye al pecado
ResponderBorrarContinuó...La invitación de Cristo es a "Negarse a si mismo, cargar la cruz y seguirlo", cualquier sufrimiento en la vida peregrinante, siempre es infinitamente menor al sufrido por Jesús para redimirnos y el gozo en la vida eterna no tiene comparación a cualquier sufrimiento temporal, allí radica su insondable amor y misericordia, El permite pequeñas cruces, recordemos " Su carga es ligera y su Yugo es suave", al rechazar esto, ponemos en riesgo el gozo eterno. No me imagino a los Profetas, Al mismo Cristo Jesús ni a todos los Santos Mártires y Almas víctimas de antes y de nuestro tiempo pidiendo la Eutanasia, es que unir el sufrimiento propio a los de Jesús, se convierte en una gran bendición por el que Dios en su interminable amor y misericordia dará siempre una gran recompensa." Dios que te creó sin ti, no puede salvarte sin ti"
ResponderBorrarUn abrazo Jorge, Dios te Bendiga 🙏
Está modernidad está acabando con los valores de la sociedad y de la fé, hemos perdido el gran valor q tiene el sufrimiento para nosotros y para el mundo como generador de virtudes y los grandes logros del sacrificio. No olvidemos q todo está bajo el control de Dios, cualquier cosa q nos suceda hecha por el mundo, como consecuencia de nuestros actos o enviada por Dios al final nada sucede sin su voluntad permisiva, y así las cosas no podemos hablar de ser cristianos o creyentes si no aceptamos q todo lo q El hace tiene un propósito redentor para nuestras vida, para unir nuestros sufrimiento a lo q le faltó a la pasión de Cristo, Col 1,24, y q le faltó a esa masacre pues nosotros faltamos y ahora renunciamos al sufrimiento no queremos parecernos o ser imitadores de Cristo.
ResponderBorrarUn abrazo, gracias por compartir tu reflexión.E.C.G.
ResponderBorrarA mi parecer, y tal como lo expone el filósofo John Stuart Mill, "sobre su propio cuerpo y mente, el individuo es soberano". Afirmación que se perpetua con fuerza en el contexto de la eutanasia, donde el ejercicio de la autonomía personal prevalece y se materializa en una manifestación de respeto por la dignidad humana. La decisión de Javier Acosta, como la de muchos otros en situaciones similares, no debe ser vista desde la óptica de la condena, sino desde la empatía y el respeto por su autonomía y su humanidad. Alguien que ha luchado contra una enfermedad devastadora durante años, como lo hizo Javier, merece el derecho de elegir cómo enfrentar su dolor y sufrimiento. Es un acto de compasión permitirle a una persona que decida el final de su vida cuando de no ser así, su única alternativa es una existencia cargada de sufrimiento insoportable.
ResponderBorrarPor lo que es válido precisar que la eutanasia, en su esencia, reconoce que la vida humana no se mide únicamente en términos de cantidad, sino también en términos de calidad. Por tanto, permitir que alguien como Javier elija morir dignamente es respetar su derecho a una vida plena, incluso en su final y dicho de este modo, apoyar la eutanasia no es ir en contra de la vida, sino estar a favor de una vida vivida con dignidad.