El pasado 4 de febrero Facebook, la punta de lanza de uno de los fenómenos más representativos de los tiempos que vivimos, cumplió 20 años. Debo ser un bicho raro porque no hago parte de los 3.000 millones de sus usuarios, cosa que debe tener muy preocupado al señor Mark Zuckerberg. Tampoco tengo Instagram, ni TikTok, ni Twitch. Me parece que con X —la antigua Twitter— y LinkedIn tengo suficiente en cuanto a redes, sin contar mi canal de YouTube.
Las redes sociales han logrado convertir la vida cotidiana en una exposición pública y continua. Por cuenta de ellas, la gente ha hecho de su vida un espectáculo, mostrando, obviamente, la faceta que cree que merece ser revelada, así sea algo desagradable o de mal gusto para los demás. ¿No entiendo por qué el afán de contar aspectos cotidianos que a nadie le importan? ¿Por qué tratan de vender una vida común y corriente como si fuera extraordinaria? ¿Por qué la gente postea una selfie al lado de una piscina, en un balneario de Mesitas del Colegio o la foto de una hamburguesa que están a punto de comerse, aún si el restaurante es de medio pelo? ¿Todo por un like? Me pregunto, también, ¿cómo hacen para vivir en función de las redes, escribiendo a toda hora en un teclado minúsculo en el que es fácil cometer toda clase de errores de digitación? O si no, que lo diga el presidente Petro. Me parece que, en últimas, lo que están haciendo es volver digno de admiración cualquier acto normal que no tiene ninguna trascendencia. Y lo sorprendente del asunto es que, por alguna razón que me cuesta entender, hay quienes espían esas vidas normalitas y creen que sus protagonistas viven momentos memorables.
No estoy en contra de las redes, pero considero que su manejo debe ser cuidadoso. Si bien acercan a las personas, conectándolas así se encuentren a miles de kilómetros de distancia, son el vehículo ideal para la desinformación y los bulos —noticias falsas— más ahora con el auge de la inteligencia artificial. Muchos usuarios creen todo lo que encuentran en ellas y, peor aún, lo divulgan sin pensar por un instante si ese contenido es verídico o el perjuicio que puede causar. Escribir algo en X, en un momento de ligereza, es volverse esclavo de lo publicado porque así lo borremos, siempre habrá alguien que guardó el mensaje y lo sacará a la luz pública. En cuanto a YouTube, no soporto a esos Influencers que tratan de imponernos estilos de vida.
Postergar actividades académicas por pasar horas en el celular consultando las redes sociales, haciendo un scroll infinito, es un comportamiento arraigado en los llamados nativos digitales —jóvenes nacidos después de 1990— que vienen de serie con apego a la tecnología y al uso de teléfonos celulares. No es casualidad que el contenido de las redes los atrapen, pues utilizan algoritmos de programación basados en los likes que dan y tiempos de interacción, para elegir que mostrarles, de qué forma y en qué momento.
Hace unos meses la ciudad de Nueva York presentó una demanda conjunta contra Facebook, Snapchat, Instagram y TikTok, acusándolas de “ser una amenaza para la salud mental”. Muchos estudios han demostrado cómo las redes sociales tienen un impacto psicológico en los niños y adolescentes, ocasionándoles problemas de sueño, depresión y ansiedad. Se sabe de casos extremos de menores que sea han quitado la vida tras ser acosados en ellas. Y en Colombia, ¿qué están haciendo sobre el particular, nuestros congresistas y gobernantes, para erradicar —o al menos mitigar— los efectos nocivos de las redes sociales?
Remate al Arco. Como ya dije no tengo Facebook ni nada que se le parezca y no tengo interés en tenerlo. Pero si lo hubiera tenido cuando fui a cenar a Criterión, no habría posteado la foto del plato que me sirvieron para presumir que comí donde los Rausch, a menos que con ello hubiese conseguido que alguien, en vez de darme un like, me hubiera ayudado a pagar la cuenta.
Muy cierto. Eso de las redes no nos lleva a ningun Pereira. Pero en question de gustos... para mi Facebook y Whatsup y no mas. Y bueno La Parilla Boyacense por ahora.
ResponderBorrarDe acuerdo con tu criterio. Se debe reglamentar y generar más responsabilidad con ese uso.
ResponderBorrarFelicitaciones
Todo esos post vienen por la falta de seguridad, de no tener logros por dedicar tiempo en buscar la aprobación de otros y querer vivir la vida de otros. Hay que prepararse y crecer sentirnos orgullosos de nu otros propios logros.
ResponderBorrarDennys Carvajal
ResponderBorrarAunque tengo algunas redes sociales, también consudero que muchas personas abusan de ellas, en especial los mas jovenes. No tienen vida privada, son invasivos con tanta información. Por otro lado lo preocupante es la necesidad que tienen de figurar, la permanente bsuqueda de aceptación. Al parecer su existencia, su felicidad y amor propio depende de la cantidad de seguidores y los likes que reciban.
ResponderBorrarEn algunos cosas estoy de acuerdo con Tigo Jorge y en otras no, como por ejemplo como lo dijiste los llamados Milenium son adictos. Los celulares y muchos viven de lo que publican en sus redes, es más, hoy en día las Redes son uno de los trabajos pagados en día y obviamente nosotros no somos de esa generación. Por otro lado no sabía que no tenías Facebook, yo lo tengo pero la verdad muy poco subo fotos, es más lo tengo para enterarme de cosas de mis amigos, pero aún así debemos entender que es un nuevo estilo de vida. Y también como varios estudios lo han dicho, el problema no son las Redes sino que los papás no controlan a sus hijos en el uso que ellos le dan. Saludos y un fuerte abrazo
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