El Sombrero de la Discordia

 




Hace un par de semanas, Gustavo Petro declaró que el sombrero del excomandante máximo del M-19, Carlos Pizarro Leongómez, hacía parte del patrimonio cultural de la Nación, “por su representación de paz para Colombia”. Declaratoria que el Ministerio de Cultura rectificó rápidamente, al señalar que el reconocimiento del sombrero de Pizarro se basa en su valor simbólico como representación de la paz y objeto de memoria y no en su inclusión en el régimen de protección cultural.

El presidente en lugar de gobernar y tratar de solucionar los múltiples problemas que enfrenta Colombia, le encanta ocuparse de temas controversiales, cuando no está dando discursos enrarecidos o evidenciando en X su falta de ortografía y sintaxis. Con lo del sombrero de Pizarro, Petro desafía al país y pretende —fallidamente, pienso yo— reivindicar el nombre del grupo subversivo que alguna vez fue su casa, en un acto que revictimiza a quienes sufrieron sus acciones terroristas e insulta a los colombianos que rechazamos la violencia como el camino para alcanzar la transformación social. Porque no olvidemos que Pizarro fue responsable de crímenes execrables, entre los que se cuentan secuestros, asesinatos y la toma sangrienta del Palacio de Justicia en 1985; asalto que, según se dice, fue financiado por Pablo Escobar.

Pareciera que el presidente gobierna en nombre del M-19 y utiliza su poder para rendirle manifiestamente su devoción: Primero, enarbola su bandera en actos públicos; segundo, conmemora su aniversario y ahora, este lioso episodio.

Si bien, la dejación de las armas por parte del M-19, se puede entender como un acto clave para ponerle fin a la confrontación armada, eso no convierte a Pizarro en héroe de la patria y mucho menos, a su sombrero aguadeño en símbolo de paz. Solo en la mente iconoclasta de Petro cabe una idea así, tal vez para tratar de acomodar la historia reciente del país, poniendo como núcleo al Eme de sus amores, y para vendernos los emblemas de esa guerrilla como si fueran orgullo nacional.

Remate al Arco. Con la misma lógica con que se entronizó el sombrero de Pizarro, no faltará quien proponga que también se le rinda la misma exaltación, como símbolo de paz, a la prótesis que utiliza Antonio Navarro Wolff; la toalla de Tirofijo que durante décadas acompañó al guerrillero de las FARC en su hombro derecho o la pashmina o las gafas de Jesús Santrich.

  


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3 comentarios

  1. Remate al arco: sin duda debe estar afinando su pluma para traer a la cancha episodios siniestros de su paso por la guerrilla.

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  2. Puro folklore... como muchas cosas en nuestro amado pais no le paremos bola a eso.

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