El Vaso Medio Vacío

 



En el marco de las eliminatorias para el Mundial de Norteamérica, soy de los que creen —entre ellos el técnico Néstor Lorenzo— que en los últimos dos partidos perdimos 4 puntos. Tal vez estoy viendo el vaso medio vacío y debería estar conforme con los dos puntos que sumamos, producto de sendos empates (2-2 en Barranquilla frente a Uruguay y 0-0 con Ecuador en Quito), pero no lo estoy. Y aunque sé que esto no es de merecimientos, siento que merecimos más. Si nos atenemos a lo que fue el trámite de los dos juegos, estoy convencido que nos sacaron los puntos del bolsillo. Creo que no exagero si digo que tuvimos todo para ganar los dos encuentros.


En el partido con Uruguay que, hay que decirlo, tiene mejores jugadores que Colombia, estuvimos arriba en el marcador en dos ocasiones y nos dejamos empatar por errores defensivos. Íbamos ganando 2-1, cuando en el minuto 90 vino la desafortunada jugada: pelotazo para el uruguayo Araujo quien quedó solo frente al portero Vargas que no tuvo otra opción que cometerle penalti, acción que originó su expulsión. Darwin Núñez fue el encargado de transformar la pena máxima en el 2-2. Un penalti tan bien cobrado que Montero —aún frío porque acababa de entrar— no tuvo nada que hacer. A propósito, no recuerdo cuando fue la última vez que, por eliminatorias, un portero colombiano atajó un penalti. Debió ser Pedro Zape.


El juego contra Ecuador también me dejó una gran desazón. Antes del partido, hubiese firmado el empate (en notaría y sin opción de retracto), pues después de Argentina y Brasil, enfrentar a Ecuador como visitante es el partido más bravo de la eliminatoria. Esta selección se hace muy fuerte en la altura de Quito, tiene jugadores veloces, fuertes y de buena técnica. Pero ya viendo como se dio el partido, el resultado pudo haber sido muchísimo mejor para nosotros. Colombia fue superior y tuvo una opción de gol inmejorable como lo es un penalti. Infortunadamente, Lucho Díaz lo falló, así como falló en Barranquilla cuando quedó mano a mano con el portero uruguayo y mandó el balón a las nubes. Increíble para un jugador que es estrella del Liverpool.

Lo que me parece más penoso es que siempre que erramos un penalti salen los comentaristas deportivos a recordarnos que jugadores de talla mundial como Maradona, Zico o Messi también han fallado penaltis. Incluso se remontan a 1994 cuando Roberto Baggio falló el disparo desde los doce pasos que le costó a Italia la Copa Mundo. No podemos solapar los errores que cometemos con el flojo argumento de que grandes futbolistas también los cometieron. Esto me hace recordar, en el plano político, que frente a un acto desacertado del presidente Petro, sus defensores salen a decir que eso también lo hizo Duque, como si eso le restara gravedad a los hechos.

No entiendo que le pasa a Lucho Díaz en la selección. Lo veo como contrariado, está un poco ansioso y parece que ya los marcadores le cogieron el tiro y saben por dónde salen sus gambetas. Al menos, Nández, el marcador uruguayo, le adivinó todas. ¿Será que a Lucho le está pasando lo mismo que en su momento les pasó a Muriel y Zapata, que se cansaban de hacer goles con sus clubes en Europa y cuando vestían la camiseta de Colombia hacían partidos muy flojos?

Remate al Arco. Lo bueno de estas dos jornadas fue la redención —si el termino vale— de James. Se le vio con muchas ganas. Fue líder, conductor, marcó gol e hizo pases magistrales. En cada balón que disputó puso el alma. Ese es el James que añoramos y que necesita Colombia.

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