Escándalos y Reformas (II)

 



Creo que no falto a la verdad si afirmo que este es un gobierno supremamente asistencialista. Abusa del otorgamiento de subsidios porque sabe que es la vía para ganar lealtad y respaldo político. Adopta medidas de subvención que a la postre resultan inconvenientes, lo que obliga a dar marcha atrás. Tal es el caso del decreto que impidió la indexación del valor de los peajes, que le ha costado al país más de $600.000 millones, y ahora, parece que está próximo a derogarse. De igual forma, la reducción del 50% del valor del SOAT para motocicletas, cuyo costo ya va en $2 billones, y que resultó ineficaz para contrarrestar la evasión del seguro.


En cuanto al programa Jóvenes en Paz, Petro anunció que pagaría $1 millón “por no matar” —expresión utilizada por el mismo presidente—. Esto sería un pésimo ejemplo para aquellos jóvenes que se esfuerzan por estudiar, trabajar y construirse un futuro en la legalidad; y totalmente injusto con quienes obedeciendo a su código moral se comportan correctamente. Frente a esta iniciativa, me surgen varias preguntas: ¿Por qué enfocarse únicamente en jóvenes que se encuentran al margen de la ley o con un pasado violento y no incluir aquellos que nunca han delinquido? ¿Cuál será el criterio para escoger los beneficiarios? ¿No será que este programa termina siendo un incentivo para que muchos jóvenes se unan a grupos violentos? ¿Cuál es el trasfondo de todo esto? ¿Acaso se estaría conformando colectivos petristas que, en el futuro, serán la fuerza electoral del Pacto Histórico? Que triste que se destine un billón de pesos de nuestros impuestos para pagarle a los criminales. Esto no sería otra cosa que una extorsión a gran escala, consentida y formalizada por el gobierno. El mensaje que se estaría entregando a los colombianos es que matar sí paga. Paralelamente, se anunció que también se pagará a quienes no siembren cultivos ilícitos. Otra iniciativa perversa.


Es notable la incapacidad gerencial de Petro, sus decisiones son el reflejo de sus tesis radicales y en su gobierno ha reinado la improvisación —de ahí los “reversazos” que ha dado— Ha defraudado a quienes, sin ser petristas, votaron por él hastiados de los malos gobiernos de derecha —en especial del último— y vislumbrando una oportunidad de cambio, entendiéndolo como la transformación de Colombia en un país de mejores oportunidades, justo e incluyente. En contraste, sus adeptos incondicionales, aquellos que salen a la calle a vitorear reformas que no comprenden del todo, siguen firmes como los músicos del Titanic, tratando de justificar o relativizar cada desacierto. ¿Qué dirán ahora que el índice de opinión desfavorable del presidente es del 61%? Esta desfavorabilidad es el reflejo de la inconformidad de miles de sus votantes, particularmente de estratos bajos, que creyeron que el cambio prometido les solucionaría muchos de sus problemas y hoy ven, con decepción, que esa promesa no se ha traducido en hechos concretos. El gobierno se ha quedado en la retórica activista, no tiene destreza para mostrar resultados tangibles y le cuesta ejecutar. Según sus propias cifras, la ejecución presupuestal de inversión es apenas del 25%.

Necesitamos un presidente que fije una hoja de ruta clara y que redefina su modelo de gestión; que acepte ideas diferentes a las que tiene preconcebidas y que se ocupe más por los asuntos del país en lugar de estar saliendo al balcón a alebrestar a sus bases con discursos incendiarios. Que fortalezca sus capacidades de ejecución; que capitalice la curva de aprendizaje de este primer año; que deje de mirar la crítica con reticencia; que deponga sus odios a la empresa privada; que deje de echar carreta; que deje la febril tuiteadera y que se abstenga de intervenir en asuntos internos de otros países. Esto último le valió que lo declararan persona non grata en el Congreso peruano.

Si Gustavo Petro sigue como va, dejará al país peor de lo que lo encontró, sumido en la desesperanza y con fracturas que tardarán mucho en subsanarse. Su populismo asistencialista disparará el gasto público, con el riesgo de romper la regla fiscal. Indignante que solo piense en regalar plata o feriarla en subsidios, cuando hay otros frentes que requieren su atención, como es el caso del sector infraestructura. Hasta la fecha no se ha contratado una sola obra.

A Petro le quedan todavía tres años. Espero que los aproveche de la mejor manera y que enderece el camino. Ojalá no se le vayan en defenderse como ocurrió con Ernesto Samper durante el proceso 8.000, quien, dicho sea de paso, salió a respaldarlo y a decir prematuramente que es inocente de la posible filtración de dineros ilícitos a su campaña. No me extraña que haya cierta solidaridad entre iguales.

Remate al Arco: Tengo la íntima convicción de que ahora nos preocupa más la incompetencia o ilegitimidad del gobierno, que el riesgo de que se quede en el poder.















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1 comentario

  1. Ni que decir de la gente que se ha rodeado, terrible, sin criterios, sin ideas, tratando de adivinar lo que el
    Jefe quiere , vamos rumbo al abismo, no queda la menor duda. Sigue ilustrando la realidad de este país Jorge Luis , gracias

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