¿Nos Vamos o Nos Quedamos?

 





Hace una semana, mi amigo Isidro Murillo compartió un artículo de la revista The New Yorker, escrito por Agnes Callard, filósofa y profesora de la Universidad de Chicago, titulado The Case Against Travel (El Caso Contra Los Viajes).


En dicho artículo, la autora sostiene que “el turismo moderno se ha convertido en una forma de autoindulgencia que nos convierte en la peor versión de nosotros mismos, mientras nos convence de que estamos en nuestra mejor versión”. Añade que los viajes turísticos pueden ser perjudiciales para la salud mental y emocional porque pueden ser agotadores y estresantes. Para respaldar su tesis, cita a varios autores e incluso acude a grandes filósofos como Sócrates y Kant, quienes rara vez abandonaron sus ciudades natales por desprecio a viajar. Y es de Fernando Pessoa, enemigo de los viajes, uno de los escritores de quien tomó ideas para sustentar su posición. El poeta portugués escribió: “Viajar es para aquellos que no pueden sentir. Sólo la pobreza extrema de la imaginación justifica tener que moverse para sentir”.

El interesante escrito nos invita a reflexionar sobre el sentido de los viajes por placer y cuestiona las bondades que les ha conferido la sociedad. Según Callard, el viaje por turismo no es una actividad inocua. Trae problemas éticos, ecológicos y psicológicos. Por un lado, contribuye al cambio climático y al deterioro del medio ambiente, al generar emisiones de carbono y residuos. Así mismo, fomenta una actitud superficial y consumista y puede generar una falsa sensación de superioridad y satisfacción personal, al hacer creer al viajero que está viviendo experiencias únicas y trascendentes, cuando en realidad está cayendo en el mundo de los estereotipos.

Tengo una posición totalmente contraria a lo expuesto por la autora, aunque reconozco que algunas de las tesis presentadas me hicieron sentido. De todas formas, después de leer el artículo, sigo fiel a mi convicción primaria: viajar es una de la experiencias más gratificantes que hay en la vida y una de las mejores formas de gastar dinero.

La primera vez que viajé en avión —que fue también cuando conocí el mar— fue en la excursión del colegio. Nunca olvidaré ese viaje a San Andrés. Recuerdo que el hotel era el Cacique Toné y la aerolínea, la desaparecida SAM, que “hacía amigos volando”. Era la época en que en Clase Turista no tocaba pagar por una maleta de dimensiones normales o por el agua que se tomaba a bordo —no falta mucho para que las aerolíneas empiecen a cobrar por el uso del baño—. A diferencia de mis hijas que salieron del país estando chiquitas —María Paula a los cuatro añitos y María Juliana al año y medio— yo lo hice tardíamente, a los 25. Fue a México y aún tengo frescas las vivencias de esa vez en la que estrené el pasaporte. De algo que me acuerdo perfectamente y que me resultó un poco extraño y algo chistoso, es que cuando aterrizó el avión que me trajo de regreso a Colombia, los pasajeros aplaudieron.

Volviendo a Callard, ella se opone al viaje que se ha convertido en la norma en nuestra sociedad: el viaje turístico, masivo y comercializado. Frente a este tipo de viaje, la autora propone “recuperar el sentido original del viaje como un desplazamiento motivado por una necesidad o un deber, no por un capricho o un lujo. Un viaje que genere aprendizaje y una transformación personal”.

Así como el cine es básicamente entretenimiento más allá de que, como arte, eduque o tenga un trasfondo cultural; me parece que viajar, en el plan de turista satanizado por Callard, es esencialmente diversión. Atribuirle poderes transformadores y pensar que por cuenta del viaje hemos cambiado, creo que es un poco ilusorio, a menos que vayamos a Katmandú a retiros espirituales con monjes budistas tibetanos. Los viajes turísticos demandan mucho movimiento, requieren levantarse temprano y acostarse tarde y hacer uso inteligente del tiempo para visitar la mayor cantidad de lugares y sitios imperdibles. Este es el patrón de comportamiento del turista y así debe entenderse sin dramatizar. Lo que me parece esencial, y tal vez porque soy de la vieja escuela, es que el viaje deber ser planeado y contar con recursos holgados para disfrutarlo a plenitud. No me explico como hacen los jóvenes que sin planear nada, hoy pueden recorrer el mundo con una mochila y menos de 100 dólares en el bolsillo.

Sin apartarme que un viaje puede ser una forma de enriquecerse y educarse, viajar es placer por antonomasia. He regalado viajes y también los he recibido como obsequio. Al regalarlos se ofrece una experiencia maravillosa que deja una impronta en la memoria. No busco que mis viajes sean travesías mágicas ni les confiero poder transformador. Sin embargo, así como cuando uno lee un libro no vuelve a ser el mismo, después de un viaje tampoco vuelve a serlo.

Me gustan los viajes y, en particular, me encanta hacer turismo en el exterior. Me atrae el olor de los hoteles y del aeropuerto y no menosprecio la comida del avión (menos aun cuando se viaja en Clase Ejecutiva, de la cual, confieso, me he vuelto adicto). Al viajar busco básicamente pasarla bien, comer rico y conocer lugares interesantes. ¿No debería hacer lo mismo la señora Callard?

Remate al Arco: Dejo el link del artículo de marras:


https://www.newyorker.com/culture/the-weekend-essay/the-case-against-travel

 


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3 comentarios

  1. Que buena nota e interesante, por no decir curioso, el punto de vista de la señora Callard, sin embargo difiero años luz de sus argumentos, porque estoy convencido que viajar es una de las experiencias más enriquecedoras a las que podemos invertirles y un legado para nuestras familias!

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  2. Estot de acuerdo con tigo, para mí y mi esposa viajar es de las experiencias mas satisfactorias que hemos vivido, y cada vez que recuerdo un viaje me trae mucha satisfacción, y si ha pasado algún impase lo recuerdo con alegría y me río, lo que satisface mi espíritu. Últimamente me fascina hacer Cruceros, es una experiencia única y de verdad que uno por una semana se siente como un Rey, ya he hecho.2 y de aquí por mucho a febrero del año entrante haremos con mi esposa nuestro 3er. Crucero. Por lo expuesto difiero radicalmente con la autora de ese artículo. Jorge te invito a que te animes ha hacer un Crucero, en especial los que salen de Miami o Tampa y sin duda sé que lo disfrutarás al maximo. Saludos

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  3. Interesante topico de conversacion... no debate ni discussion. En estos dias de globalization y superinformacion siempre encontraremos articulos que parecen sustentar cualquier posicion. De tiempo atras he pensado que viajar esta sobrevalorado y bueno me declaro de "centro".. veo puntos muy validos y respetables en el articulo de Agnes y Jorge. Me parece un chiste las experiencia narradas por muchos viajeros que he conocido.

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