El título de esta entrada parece sacado de un libro de autoayuda dirigido a quienes han alcanzado el éxito, pero tienen problemas para manejarlo. Sin embargo, no se trata de los logros que alguien pueda conseguir a nivel personal o profesional. Esto en realidad se trata de las precauciones que hay que tener cuando se compra en la cadena de almacenes Éxito.
Me refiero a que en varias ocasiones nos hemos dado cuenta de que el precio del producto, en el momento de facturarse en la caja, es mayor al exhibido en la góndola. La diferencia en los precios puede ser de varios miles de pesos. El más reciente caso que detectamos ocurrió hace unas semanas al comprar unos pañitos húmedos: precio en la góndola $36.400; valor facturado, resultante de la lectura del código de barras, $40.200. Diferencia en perjuicio del cliente: $3.800. Al comentarle el caso a la cajera, ésta sin sorprenderse, se dirigió conmigo a revisar el precio que aparece debajo del producto. En el camino me comentó que era habitual que eso pasara y que para ella le generaba trabajo adicional al tener que verificar los precios. Una vez pudo constatar que el costo del producto era menor al de la factura, llamó a su supervisora quien procedió a hacer el ajuste del valor en el sistema.
Esto lo hemos podido advertir porque hacemos compras puntuales. Si la compra incorpora numerosas referencias es poco probable que se detecte, pues resultaría muy difícil retener los precios exhibidos para cotejarlos con los facturados.
En una oportunidad presentamos una queja formal en Servicio al Cliente. Llenamos un formato, pero nunca nos respondieron y la situación no se corrigió. El Éxito debe establecer mecanismos de control y procedimientos que garanticen confiabilidad respecto de los precios facturados. Cuando se suben las tablas de novedades, que actualizan los valores en el sistema diariamente, debe asegurase la correspondencia con los precios exhibidos.
Hay otra costumbre que ha hecho carrera en el Éxito, consistente en no dar el cambio correcto. En su lugar, redondean el valor del artículo al múltiplo de 50 ó 100 más alto. Por ejemplo, si el producto cuesta $12.370, así queda registrado en la factura, pero el cajero cobra $12.400; o sea, $30 de más. Generalmente, el cliente no se entera de esta situación o si lo hace, no reclama porque no es un valor significativo. En este caso, lo que debe hacer el cajero es cobrar $12.350 para poder dar el cambio correcto.
Al respecto, la Superintendencia de Industria y Comercio ha señalado: “De acuerdo con el artículo 2.3.2 de la Circular Externa No. 7 del 2017, en ningún caso el cambio podrá ser inferior al que arroje la cuenta; por tal razón, en el evento en que el establecimiento no disponga de las denominaciones necesarias para suministrar el cambio debido o “vueltas” correctas, el dinero reintegrado deberá corresponder a la cifra superior más cercana a la que tenga disponibilidad el comerciante, y en ningún caso inferior a lo que se le debía devolver a título de cambio”.
Volviendo al ejemplo citado anteriormente, el punto no es que falten $30, es el hecho en sí mismo que constituye un incumplimiento de lo dispuesto por la norma y que vulnera los derechos del consumidor. Ahora bien, ¿esas “vueltas” no entregadas, que se van acumulando, para quién son? ¿para el almacén o el cajero? Me atrevería a decir que son para el cajero que cuando entrega cuentas y coteja el efectivo en su poder con las ventas registradas, le resulta un sobrante, derivado de las “contribuciones involuntarias” de los clientes. De ser así, el Éxito debería instruir a sus cajeros sobre las disposiciones vigentes sobre el particular y velar por su estricto cumplimiento.
Pese a todo, seguimos comprando en el Éxito de Fontanar, más que todo por comodidad y porque casi siempre encontramos lo que necesitamos. Cuando lo hacemos, somos cuidadosos en validar que los precios facturados correspondan a los exhibidos.
Me pregunto cuánto le representa en ingresos adicionales, para la cadena, este “juego de precios” y cuanto, al final de la jornada, obtienen los cajeros por el cambio retenido. También me gustaría saber si en Carulla, que pertenece al mismo grupo económico, pasa algo similar. A veces compro en Carulla de Centro Chía y, hasta ahora, no he evidenciado ninguna de las situaciones expuestas. Si Carulla tiene mejores prácticas operativas ya va siendo hora de que sean replicadas por el Éxito.
Remate al Arco. Nada de esto me pasó en el almacén Ley. Lo extraño. Sobre todo, cuando llegaba Don Julio.
Extraño también a DonJulio. Crecí en el barrio Kenendy Central y al frente había un Ley...
ResponderBorrarPor otra parte me hace acordar de una práctica en sistemas (Fraudes informáticos) rel llamado salami.
En realidad y como persona que he trabajado con el Grupo Éxito lo de las diferencias de precios entre el sistema y la góndola puede deberse a la tardía actualización de los precios. Lo de la aproximación si se me hace muy extraño.
Saludos
Edgar Mojica. Es un punto de atención para la SIC y tomar las medidas pertinentes. También he visto eso en otras cadenas. ya es hora que la Super tome acciones en ésta práctica. Yo creo que Muchos funcionarios de la SIC y hasta el mismo Superintendente haces sus compras y mercado en esas cadenas
ResponderBorrarMuy chévere el artículo, ojalá se haga viral a ver si con la indignación generalizada logramos que estos almacenes corrijan sus prácticas. Pará complementar también me ha pasado tener que reclamar porque hay dos precios para un mismo artículo obvio facturan el más alto.
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