Orgullo y Vergüenza

 



Dos semanas después de haber finalizado la Copa América aún sigo rumiando lo que me dejó la final del torneo. Por un lado, un inmenso orgullo por lo hecho por nuestra selección. Si bien no salió campeona, hizo un gran torneo y exhibió buen fútbol, reconocido, por propios y ajenos, como el mejor del certamen. De otra parte, la vergüenza por el lamentable episodio que protagonizaron hinchas colombianos que entraron al estadio sin boleta. Sobre esto último me quiero referir, pues sobre la participación de la selección Colombia ya se ha dicho todo. De hecho, tengo la sensación de que el partido contra Argentina quedó sobreanalizado.


Según los videos e imágenes en los medios y redes sociales, previo al inicio del partido de la final, una horda de hinchas colombianos treparon las rejas y saltaron las vallas para colarse al estadio. Incluso se metieron por los ductos de ventilación para ingresar fraudulentamente. En su camino, nuestros compatriotas colados iban destruyendo todo: detectores de metales, barreras de protección y hasta escaleras eléctricas. Y, tal vez, el episodio más bochornoso fue el ataque a una máquina de pop corn. Vi un video que registra como arrojaban por los aires una bolsa gigante de crispetas hasta vaciarla por completo.

El comportamiento de estos desadaptados es indefendible. Sin embargo, leí a periodistas tratando de matizar los incidentes diciendo que había también hinchas argentinos involucrados, como si con ello se lograra exculpar a nuestros connacionales. Asimismo, escuché críticas —no digo que no sean válidas— relacionadas con la deficiente organización y la ausencia de policía, desconociéndose que la raíz de lo sucedido fue la conducta anárquica y demencial de los colombianos.

Soy consciente que es equivocado generalizar, pero las imágenes que le dieron la vuelta al mundo son una muestra de lo que somos como nación. Es duro y penoso reconocerlo pero así es. Un botón de muestra es lo que pasa en Bogotá, cuando se realizan marchas de protesta. Los manifestantes destruyen todo a su paso y siempre Transmilenio resulta ser el más damnificado. Pareciera que el colombiano es violento por naturaleza y se vale del anonimato, obtenido al estar mimetizado en un grupo, para sacar lo peor de sí y cometer actos que posiblemente no cometería si estuviera solo, con su identidad expuesta. En medio de la masa se transforma y es capaz llevar a cabo acciones sin pensar las consecuencias.

De cara a la próxima Copa Mundo que se jugará en Norte América, queda una gran lección para los organizadores. Me imagino que ya son conscientes de que hay que tomar serias precauciones con los hinchas colombianos e inclusive con el presidente de la Federación Colombiana de Fútbol.

Remate al Arco. Viendo la final en retrospectiva, me parece que Lautaro Martínez les salvó la vida a muchos colombianos, con el gol que le dio la victoria a Argentina. Si Colombia hubiera salido campeón de la Copa América, creo que tristemente habríamos tenido que contar decenas de muertos por la celebración. Así pasó el día que le ganamos a Argentina 0-5, en las eliminatorias para el mundial de Estados Unidos. Hubo cerca de ochenta personas que perdieron la vida, por cuenta del festejo de la histórica goleada. Así somos.

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3 comentarios

  1. Buen comentario. Muy triste y preocupante ese comportamiento. Entonces nuestra selección no puede triunfar por que unos desadaptados o se saben comportar.

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  2. Este comportamiento tiene raíces profundas: educación y justicia. Cómo trabajar y modificar nuestro comportamiento sin recurrir a la amenaza de garrote.

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