Hace 50 años se difundía: “liberal vota liberal”, lo cual, en tiempo de elecciones, era un llamado a votar por quien fuera, con tal que agitara el trapo rojo. Más recientemente, los seguidores de Álvaro Uribe declararon anticipadamente que votarían por el candidato del Centro Democrático, o lo que es lo mismo, votarían por quien dijera Uribe. Y así lo hicieron. Esto equivalió, prácticamente, a darle un cheque en blanco al expresidente. En contraste, creo que hoy en día la gente es más consciente de la importancia de elegir bien; es más cuidadosa a la hora de decidir a quién le dará su voto y poco o nada le dice el partido político al cual pertenece el candidato. Lo vimos en las elecciones para la alcaldía del pasado 29 de octubre y tal vez, por esta circunstancia, muchos aspirantes optaron por inscribir su candidatura mediante firmas, desmarcándose de los partidos y presentándose como independientes para captar el voto de opinión.
No creo que la filiación política sea determinante para elegir por quién votar, más aún en un país que tiene 36 partidos —demasiados, en mi opinión— sin que nadie tenga claras las diferencias centrales entre unos y otros, debido a que no están afincados en ideologías sólidas. ¿Alguien conoce partidos como Gente en Movimiento –que tiene nombre de grupo de aeróbicos— Esperanza Democrática, La Liga o En Marcha, para solo mencionar algunos? La proliferación de coaliciones —saborizadas a oportunismo electoral— se ha convertido en una mixtura de postulados en donde se diluye la responsabilidad de los partidos. Si a esto le sumamos la feria de avales y las adhesiones efímeras, el debate electoral termina siendo un galimatías que confunde al votante. Nos hemos acostumbrado a que las candidaturas son de ocasión, los políticos —que cambian frecuentemente de partido en beneficio propio— no son leales a un ideario y sus posiciones se acomodan a sus propios intereses. Esa es la hermosa dinámica de nuestra política.
Seguir una determinada corriente ideológica y pertenecer a un partido político es una elección personal totalmente válida. Depende de los valores, las convicciones y las aspiraciones de cada quien. Lo que creo es que para el colombiano medio —y me incluyo— la ideología no le dice nada. Se ha dado cuenta que la izquierda resultó tan corrupta como la derecha y si se quiere más. Está cansado de la retórica de los políticos y su discurso lleno de promesas que no se cumplen. Está hastiado de que los partidos se dejan cooptar por el Ejecutivo a punta de “mermelada”. Lo que quiere son soluciones concretas a los problemas de su región, la construcción de un mejor país y que la ideología no se anteponga a los intereses de los colombianos.
Volviendo a las elecciones pasadas, lo que más me llamó la atención fue el acelerado crecimiento de los Grupos Significativos de Ciudadanos (GSC), figura creada por la Constitución de 1991 como alternativa a los partidos políticos; pero a diferencia de estos, conformados únicamente para una determinada contienda electoral. Es decir, no son organizaciones permanentes, pues su creación es simplemente coyuntural. Para estas últimas elecciones se inscribieron, ante el Consejo Nacional Electoral, cerca de 1.500 GSC, para postular listas y candidatos para las gobernaciones, alcaldías, asambleas departamentales y concejos municipales. Una cifra realmente alta que demuestra, de alguna forma, la mala hora que viven los partidos.
Se sabe que día a día decrece el número de ciudadanos que afirman pertenecer a un señalado partido político. En la encuesta de Invamer de febrero de este año, la imagen desfavorable de los partidos políticos alcanzó el 77%, lo cual puede explicar lo anterior. Me parece que con solo una decena de partidos políticos bien conformados, fortalecidos, con una clara identidad ideológica y liderados por personas cuya capacidad y moralidad estén comprobadas, sería suficiente y, probablemente, se podría revertir esta situación.
Remate al Arco. A lo mejor estos Grupos Significativos de Ciudadanos, en un futuro no muy lejano, terminarán por desplazar a los partidos políticos. Como diría mi abuela, ¿eso sería bueno o malo?
Buena radiografía de la Política Colombiana, ojalá para el 2.026 elijamos bien sin dejarnos engañar por las promesas fantasiosas y falsas de los que representan los grupos guerrilleros, terroristas y delincuenciales, que en este desgobierno están viviendo sus mejores momentos para su crecimiento de sus negocios como lo son el narcotráfico y el secuestro, entre otros.
ResponderBorrarCabe señalar la responsabilidad que recae en FECODE, organización mediocre que ha perpetuado a “profesores” que tienen sumidos a nuestros estudiantes a los penosos resultados en la pruebas PISA y lo único que han hecho es adoctrinar a estudiantes con ideologías de izquierda, para que hoy tengamos el mandatario que nos merecemos, porque fueron ellos, esa generación quienes subieron a Petro al poder, en busca de un cambio, que resultó siendo mucho peor, de lo que pretendían cambiar. Desconocen la historia de Colombia y cosecharon lo que sembraron los mediocres profesores, desactualizados, sin estudios y atornillados a sus cargos, amparados en esa Federación corrupta que debe desaparecer para que los hijos de nuestros hijos, puedan llegar a una educación de altura. FUERA PETRO!
ResponderBorrarEsperanza Democrática me suena un poco promiscuo, claro desde el punto de vista político 😄
ResponderBorrarAsí es Jorge, yo creo que dentro de.unos 8 o 10 años ya no van a.existir los Famosos Partidos Políticos (Liberal, Centro Democrático, de la U, etc.), porque la mayoria de las personas votamos es por una persona y no por un partido. A esto hay que sumarle (y lo digo con conocimiento de causa, ya que hablé con varios jóvenes) , que gran parte de los jóvenes solo votan por el medio día que le van en la empresa y los otros beneficios que ofrece el voto.
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