Petro, El Inolvidable

 



Hace unas semanas, el presidente Petro concedió una entrevista al periodista Daniel Coronell, para Univisión. Fiel a su estilo, habló de todo, de lo divino y lo humano. Pero más que responder, me pareció que el mandatario buscaba escucharse a sí mismo y divagar. No contestó directamente las preguntas planteadas. Evadió aquellas que le resultaban incómodas y, en las que no, utilizó tantos circunloquios que uno olvidaba lo que Coronell le había preguntado.

En los fragmentos que vi, Petro hizo digresiones introduciendo temas inconexos con las preguntas formuladas: habló del intento de asesinato de Santander a Bolívar; de los romanos; de la guerra de Estados Unidos y México en el siglo XVIII; de las diferencias entre etnias anglosajonas y castellanas en la conquista de América; de cuando los reyes de España enviaron a los virreyes a la Nueva Granada; de los juicios de Nuremberg; de la entrada de los soviéticos a Berlín en la Segunda Guerra Mundial; de la venta de Alaska y Panamá; de la sotana del padre Camilo Torres; de los golpes de estado; de un señor que bailaba salsa en Palmira; de los pueblos envenenadores de hace 30.000 años; del cambio climático; de unos aviones que lo filmaron mientras él miraba el mar de Coveñas; del uso de las matemáticas entres las 12:00 p.m. y la 1:00 a.m.; del estallido social; del precio de la gasolina; de la pobreza que deja el petróleo en países como Venezuela; de la bandera que trajo Bolívar de Haití; de las banderas latinoamericanas; de que la mujer del zar de Rusia era feísima; del Almirante Padilla; de la muerte de miembros de la UP; de los drogadictos del poder; de Kant, Hegel y Einstein; de que él no es misógino; del idioma arameo que hablaba Jesús; de su admiración a San Francisco de Asís; de sacar a Trump de la presidencia y de la importancia de ser inolvidable.

Sobre este último punto, Petro ha hecho todo —y lo sigue haciendo— para que el país no lo olvide. Porque los colombianos no olvidaremos fácilmente que fue el presidente que:

-dejó al país descuadernado, desfinanciado y en manos de las organizaciones criminales, con un récord de hectáreas sembradas con coca;

-fracasó claramente en su proyecto bandera de Paz Total; se empeñó en imponer reformas inconvenientes que buscaban cambiarlo todo, pero para mal;

-no pudo consolidar ninguna de sus propuestas de campaña porque en todas se le atravesó la realidad.

-prefirió el rol de activista al de jefe de Estado —Tal vez por eso, declaró que le aburre el poder.

-antepuso su ideología a los intereses de la nación.

-no escuchó a quienes disienten de sus posiciones, ni siquiera a las voces más calificadas, y persistió en las malas ideas —como cuando renunció a la explotación de hidrocarburos, pilar del presupuesto nacional.

-promovió el odio y dividió la sociedad colombiana entre “ellos” y “nosotros” como si el país pudiera sobrevivir fragmentado.

-creyó que los electores le dieron un cheque en blanco para refundar la patria, olvidando que su poder está acotado y que debe respetar las instituciones y la separación de poderes.

-adoptó una actitud temeraria al enfrentarse al presidente de la primera potencia mundial e ingresó —junto con algunos miembros de su familia y su gobierno— en la temida y vergonzosa lista de la Office of Foreign Assets Control (OFAC), mejor conocida como Lista Clinton.

-posó de intelectual sin serlo y mantuvo ínfulas de líder mundial con pretensiones de salvar el mundo, aunque a costa de sacrificar o hundir al país.

-en la Asamblea General de las Naciones Unidas dio discursos tan enrevesados y delirantes que el recinto se fue vaciando ante tantas estolideces.

-derrochó y malversó miles de millones de pesos en influencers, en aceitar la maquinaria de autoelogios y en contratos opacos como los de las asociaciones indígenas, encargadas de nutrir sus manifestaciones;

-no fue capaz de consolidar su gabinete (lleva más de 60 ministros).

-hizo los nombramientos más polémicos en embajadas y consulados, convirtiendo el servicio en el exterior en feudo del amiguismo y la politiquería. Y, torpemente, nombró como Canciller a alguien sin el perfil adecuado ni visa americana.

-mantuvo una irrefrenable obsesión por la red social X, desde donde publicó datos no verificados, acusaciones infundadas y mensajes con faltas de ortografía y una sintaxis lamentable.

Por todo lo expuesto —y la lista sigue— , creo que los colombianos recordarán a Petro durante muchos años, así como hoy recuerdan a su propia madre.

Remate al Arco: Una de las consecuencias de figurar en la Lista Clinton es la pérdida de acceso al sistema financiero global. De cualquier forma, me imagino que para Petro esto no debe representar mayor problema, si tenemos en cuenta su arraigada costumbre de manejar fuertes sumas de dinero en efectivo y transportarlas, de preferencia, en una chuspa. 





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