Recientemente, el Papa León XIV se pronunció por primera vez sobre el celibato sacerdotal. Afirmó que constituye “un carisma que debe reconocerse, protegerse y educarse”. En ese contexto, lo calificó como un pilar fundamental de la Iglesia que representa una virtud indispensable. Para el Sumo Pontífice, no se trata solo de ser célibe, se trata de practicar la castidad del corazón y de la conducta.
Estas
declaraciones orientadas a presentar el celibato como la imagen auténtica de la
Iglesia Católica Romana, contrastan, en cierto modo, con la postura de su antecesor.
En su momento, el Papa Francisco reconoció que el celibato se trataba de una
disciplina de la Iglesia y no una doctrina, lo que, en teoría, podría abrir la
puerta a un futuro cambio. Aunque, en la práctica, rechazó la propuesta de
los obispos de la Amazonía para ordenar sacerdotes casados ante la alarmante
escasez de clérigos en la región.
Ahora bien,
no creo que los fieles valoren el celibato por encima del comportamiento
coherente de sus sacerdotes. Personalmente, preferiría escuchar un anuncio
contundente sobre la implementación de un plan efectivo contra la pederastia en
la Iglesia —con consecuencias penales reales— antes que una renovada defensa
del celibato. Es más, pienso, incluso, que si no se impusiera la abstinencia
sexual, sino que se permitiera el matrimonio sacerdotal, probablemente, esto reduciría
la tasa de casos de curas abusadores de niños.
Así sean casados
o célibes —por convicción o por imposición— lo verdaderamente importante es que
los sacerdotes cumplan con su misión pastoral: guiar espiritualmente, servir
con entrega y vivir conforme al mensaje que predican. Me parece que lo que se
quiere son clérigos comprometidos con sus comunidades y no célibes forzados.
A mi juicio,
el celibato debería ser opcional, no obligatorio. El llamado presbiteral no
debería estar reñido con la posibilidad de formar una familia. Ya es hora de
que la Iglesia Católica Romana deje de mirar la sexualidad como si estuviera en
el campo de lo pecaminoso. Muchas iglesias cristianas —anglicanas, ortodoxas,
luteranas, presbiterianas, evangélicas— permiten que sus líderes se casen y
tengan una vida en pareja, lo que me parece simplemente connatural al ser
humano. ¿Acaso el Papa Francisco estaba equivocado cuando enfatizaba que el
placer sexual es un don de Dios, que debe ser vivido en el contexto del amor,
la entrega y la responsabilidad?
Le escuché al
exsacerdote Alberto Linero decir que durante muchos siglos, los obispos y
presbíteros podían casarse. Investigando un poco, encontré que, según la sagradas
escrituras, San Pedro, considerado el primer Papa, tenía esposa y suegra —eso sí
explica su condición de mártir— También encontré que el celibato obligatorio se
estableció entre el 1545 y 1563, durante el Segundo Concilio de Trento, por
razones más económicas que espirituales. Fue una decisión que no está basada en
la Biblia: “El cura soltero era mucho más barato de mantener”. Además, al
no estar casado, cuando moría sus bienes pasaban a ser propiedad de la Iglesia.
Cuando la
misa del domingo en Fontanar, donde asisto ocasionalmente, la oficia el padre
Juan Pablo, termina la celebración con una súplica para que Dios nos de muchos y
buenos sacerdotes. Es entendible, pues los seminarios están vacíos. Ahora, la
pregunta que me surge es: ¿será el celibato una de las razones para la escasez
de seminaristas?
Al final del
día, un sacerdote no debería tener que elegir entre su vocación espiritual y su
deseo de formar una familia. Como bien dice Linero: “no todo el que tiene
vocación presbiteral debe tener vocación de ser célibe”. Incluso, pienso
que permitir el matrimonio clerical enriquecería la comprensión de los
sacerdotes sobre el valor de la familia como núcleo de la sociedad.
Remate al Arco. En muchas ocasiones, he escuchado a sacerdotes pontificar sobre cómo llevar la vida en el matrimonio y cómo debe ser la crianza de los hijos. Lo que siempre me he preguntado es: ¿por qué creen que pueden dar catedra sobre asuntos que no conocen a fondo, pues no han tenido la experiencia personal de ser esposos o padres?

Hola Jorge! un tema interesante a la luz del mundo de hoy; para comenzar vale la pena decir que el querer de las personas y el mundo en general casi siempre es contrario al querer de Dios. " La carne es contraria al Espíritu" Gal 5:17, por tanto "Ser Santos como el Señor tu Dios es Santo", 1Ped 1:16, Mt 5:48, Lev 19:2, El Celibato para los consagrados es una virtud producto de la Divina Gracia, Nuestro Señor Jesucristo dice "Hay hombres que han nacido incapacitados para el sexo. Hay otros incapacitados, que fueron mutilados por los hombres. Hay otros todavía, que se hicieron tales por el Reino de los Cielos. ¡Entienda el que pueda!» Mt 19:12, para los demás bautizados existe la virtud de la Castidad para los solteros en gran medida y también para los casados en fidelidad, que cuentan con la bendición sacramental del matrimonio, es un mandato, por lo tanto no es un invento de la Iglesia, es Palabra de Dios.
ResponderBorrarcuando haces referencia a la existencia en otras "iglesias" el no celibato, te recuerdo que Ellas, son falsas, por eso se le llaman protestantes, porque protestan al querer de Dios, no solo en este tema en particular, en muchos otros temas de Fé, de allí que la Unica, Santa, Catolica, Apostolica y Romana, es la que tiene como Orden, el custodiar y dar cumplimiento al deposito de la fé, si eso no lo cumple, se corre el riesgo de la perdida de muchas almas, te Recuerdo Me alegra que menciones
...Te recuerdo que las Llaves del Reino, están en poder de Pedro hasta el fin de los tiempos,(Cuando se instale el Reino de Dios en la Tierra, como lo era en el principio) por ello es importante que el sucesor (en este caso León XIV) lo recuerde, que es un Carisma que debe reconocerse, protegerse y educarse. Cosa que me alegro que lo menciones por las diferentes voces en contrario que existen dentro de la Iglesia, de parte de el Clero y de algunos fieles.
BorrarComentas las opiniones de un exsacerdote, desafortunadamente son contrarios a la Revelación, a la Tradición Bimilenaria de La Iglesía y Al Magisterio, orar mucho por su conversión, ya que también ha comentado que el Diablo no existe y habla de manera abstracta de su existencia en relación con la existencia del mal, sus opiniones rayan en la Herejía. Y cuando haces mención a lo que dijo en alguna oportunidad el anterior Pontífice, solo me resta decir que desde su fallecimiento no nos queda a los fieles nada más que Orar mucho por su eterno descanso.
Para terminar, menciono que El Celibato en los Consagrados y La Castidad en los Fieles, es una gracia Divina, es una vocación y a la vez una virtud de Pureza. El pecado Original dentro de lo abominable que fue a los ojos de Dios, conllevó un acto de Impureza.
Un Abrazo Jorge!
Hola Jorge L. Aprecio mucho que abras este espacio para debatir respeto a temas tan importantes como el celibato sacerdotal.
ResponderBorrarDesde la perspectiva Bíblica, el matrimonio no solo es permitido, sino valorado como una bendición y una institución sagrada. El apóstol Pablo, aunque reconoce que algunos pueden tener el don de continencia, también afirma claramente: “Pero si no tienen don de continencia, cásense; pues mejor es casarse que estarse quemando” (1 Corintios 7:9). Además, uno de los requisitos que Pablo señala para los líderes de la Iglesia primitiva es que sean “marido de una sola mujer” (1 Timoteo 3:2), lo cual deja claro que el matrimonio no solo es compatible con el liderazgo espiritual, sino deseable.
El ser humano fue creado con necesidades físicas, emocionales y espirituales. Negar la sexualidad dentro del marco del matrimonio no fortalece necesariamente el servicio a Dios. Por el contrario, puede convertirse en una carga innecesaria y contraproducente. Dios creó la familia como el núcleo de la sociedad y de la vida espiritual. No podemos ignorar que muchos siervos de Dios en la Biblia —incluidos profetas, reyes y apóstoles— fueron hombres de familia, y esto no les impidió cumplir con su llamado.
La decisión personal de quienes deciden vivir en celibato es respetable, como una convicción espiritual. Pero imponerlo como norma general para quienes quieren servir en la Iglesia me parece alejado del modelo Bíblico y de la realidad humana. Creo firmemente que es posible tener una vida sexual activa, sana y bendecida dentro del matrimonio, y al mismo tiempo, servir a Dios con excelencia, compromiso y amor.
JAVIER SALAS