La representante a la Cámara por Arauca, Lina María Garrido, pasó del relativo anonimato a la primera plana política, tras su intervención en la instalación del último año legislativo, el pasado 20 de julio. El anterior domingo, después de terminado su discurso, pronunciado sin ambages y de forma directa y revulsiva, las redes sociales estallaron en favor de la araucana, por haberse atrevido a cantarle la tabla al presidente, lo que hizo que se convirtiera en tendencia nacional. En cuestión de horas la representante de Cambio Radical estaba en todos los titulares y no hubo micrófono de los principales medios de comunicación que no se abriera para escucharla.
Para los contradictores del
gobierno y malquerientes de Petro, la réplica de Garrido —un retrato descarnado
de las flaquezas y desaciertos acumulados en estos tres años de mandato— fue una
acto valiente y digno de aplauso. Desde su propia decepción —ella misma reconoció
haber votado por Petro— supo transmitir el sentimiento nacional de frustración
e indignación que hoy reina en Colombia, con excepción de ese 30% de colombianos
que aún aprueban la gestión del presidente, según los recientes sondeos de
opinión. Esto último me parece increíble. ¿En qué país viven quienes todavía le
copian al presidente? ¿Será ese país idílico que Petro describió en su discurso
y que, obviamente, no se parece en nada al nuestro?
Me parece que todo lo dicho
por la representante Garrido es cierto. Destaco una de sus frases con la que me
identifico y que, tal vez, fue la más contundente: “No hay un solo logro
para mostrar”. No hay duda de que puso los puntos sobre las íes y supo ser
la voz de quienes piensan —o pensamos— como ella. Sin embargo, creo que el
lenguaje empleado sobrepasó el límite de lo apropiado. Se puso al mismo nivel
del presidente cuando este, en sus momentos de furia, arremete contra el
Congreso. No necesitaba ofender. Sus argumentos, aunque carentes
de datos y cifras, fueron sólidos por sí mismos. No requerían estar adobados por
frases como: “hoy huele a azufre” o “este gobierno huele a podrido”.
El de la representante Garrido fue un discurso populista y deslenguado para la tribuna antipetrista. La puesta en escena le salió muy bien. Fue una oportunidad única, que supo aprovechar, para que el país la conociera, y de paso, para empezar a pavimentar su próxima candidatura, que me imagino será para el Senado.
En lo personal, creo que
hubiese sido mejor haber utilizado un lenguaje moderado y un tono menos
agresivo. ¿Quién dijo que por el hecho de ser una mujer llanera, que asiste al Congreso
de la República con el sombrero típico de su región, tiene licencia para
ofender al presidente? Por eso, me gustó más el discurso de Paloma Valencia, en
su propia intervención ese día. La senadora Valencia expuso argumentos claros, bien
sustentados y con frases respetuosas pero demoledoras. En su intervención, transmitió
un mensaje nítido en medio de una crítica aguda, pero sin acudir al insulto
fácil. Porque al final, nos guste o no, Gustavo Petro ostenta la investidura de
Jefe de Estado y por ese solo hecho merece respeto. Respetarlo, por cierto, no
equivale a callar verdades incómodas, equivale a decirlas con altura.
Hay que cuidar las formas y
hay que volver a darle al debate parlamentario el nivel que alguna vez tuvo,
con oradores exquisitos y en donde la dialéctica apelaba a las ideas y no a los
insultos. En últimas, no es solo lo que se dice, sino como se dice. Importa
tanto la letra como la música.
Remate al Arco. El presidente Petro aguantó los ataques de Lina María Garrido, durante todo el tiempo que duró su intervención. Solo se retiró una vez la representante hubo terminado. Muy diferente a lo que hacían Santos y Duque que huían cuando era el momento de la réplica por parte de la oposición.

Quiero expresar mi respaldo al Blog publicado hoy por Jorge Luis Conrado, en el que hace referencia a la intervención de la Representante Lina María Garrido durante su réplica al discurso del Presidente Petro el pasado 20 de julio. Su intervención ha generado polémica, no por lo que dijo, sino por cómo lo dijo. Algunos han intentado deslegitimarla apelando a la “dignidad presidencial”, pero olvidan que esa dignidad se sostiene con hechos, no con el cargo.
ResponderBorrarEn lo personal, considero que el tono empleado por la Representante fue no solo adecuado, sino necesario. Este gobierno, lejos de demostrar resultados concretos, se ha visto envuelto en escándalos de corrupción, inconsistencias narrativas y promesas vacías que poco o nada reflejan la realidad de los colombianos. Frente a eso, no basta un discurso decoroso o calculadamente moderado. Se requiere contundencia, carácter, y una voz que diga sin rodeos lo que muchos ciudadanos sentimos.
Lina María Garrido tuvo el valor de hablar claro. Dijo lo que otros callan o maquillan. Y lo hizo con firmeza, con el tono que exige un país cansado de discursos que no se traducen en soluciones. Mientras algunas figuras tradicionales optaron por la mesura, su mensaje se destacó precisamente porque fue frontal, sin adornos, y profundamente conectado con la indignación ciudadana.
El fondo de su discurso fue certero; la forma, coherente con el momento histórico que vivimos. Su intervención no buscó agradar, buscó decir la verdad. Y por eso, la celebro.
JAVIER SALAS
Hola Jorge. Muy cierto lo que dices de la Representante Llanera. Pero también hay que tener en cuenta que ella (al menos eso pienso y por lo que dijo), ya está cansada de ver que casi todo no funciona o funciona mal y por eso se desahogo de esa manera. Además recordemos que Petro también va diciendo las cosas muchas veces sin pensar, o por lo menos eso es lo que no hace entender, entonces es válido que alguien le "cante la tabla" cómo se dice coloquialmente. Para terminar como ya sabes, soy Anti-Petrista por lo que apoyo la mayoría de todas las cosas que le dicen a Petro. Saludos
ResponderBorrar