¿Y Cómo Es Él?

 




Tomando el título de la recordada canción de José Luis Perales, ¿Y cómo es él?, esta entrada intenta hacer un esbozo de la personalidad del presidente Petro. No se trata de hacer una diatriba, es simplemente una aproximación a su perfil con base en lo que he visto en estos trece meses de gobierno y en su talante y estilo que tuve la oportunidad de conocer de cerca cuando fue alcalde de Bogotá.


Alejandro Gaviria —el ex ministro de Educación del actual gobierno— en su libro La Explosión Controlada, tilda a su antiguo jefe de terco, histriónico, despelotado, grandilocuente y autoritario. A esta hermosa lista de calificativos, agregaría: negacionista, arrogante y mentiroso, como todo buen populista. El presidente niega la realidad y les resta importancia a los hechos, poniendo en un plano superior las emociones que suscitan. No acepta la crítica aun si está fundamentada y como le encanta dividir la sociedad entre ricos y pobres, estigmatiza a sus críticos como defensores de las clases pudientes. Desconoce que el problema de fondo son los errores que comete su gobierno no quienes los señalan. Además, miente sin el menor asomo de rubor, es impreciso en los datos que ofrece y apela a la demagogia como si todavía estuviera en campaña. Parece no entender que se precisan menos promesas y más ejecución.

Es evidente que al presidente Petro le priva oírse hablar. Ama los circunloquios y habla con ínfulas como si fuera dueño de la verdad absoluta y poseedor de todas las respuestas. Sus alocuciones son larguísimas y comúnmente las vuelve un galimatías que casi nadie termina por entender. Cuentan que cuando se dirigió a los estudiantes de la universidad de Stanford, pronunció un discurso enrevesado por un poco más de media hora que, según la cadena de noticias CNN, la misma universidad fue incapaz de traducir.

Tal vez la faceta más conocida del presidente es su proverbial terquedad que lo lleva a no escuchar opiniones disidentes. Es obcecado cuando se trata de defender sus errores, aún los más flagrantes. No reconoce sus equivocaciones y trata de justificar o acomodar lo dicho. Para Petro jamás habrá algo que sea culpa suya y siempre niega que tuvo que ver con hechos en los que claramente participó. La desviación de la responsabilidad es parte de su patrón de comportamiento. Para la muestra este par de botones: “ese trino no lo escribí” o “a Nicolás no lo crie”.

Hay una arista del carácter del presidente que ha salido a flote: el mal genio. Cuando reaparece, luego de estar “perdido” por horas, o incluso, por días, llega furioso, regaña a todo el mundo con tono amenazante y envía, por X (la antigua Twitter), mensajes agresivos y pendencieros. Los dardos envenenados que lanza por la red tienen múltiples destinatarios: desde opositores y periodistas hasta expresidentes y líderes gremiales, pasando por banqueros y empresarios, a quienes ha graduado de enemigos y conspiradores que lo quieren tumbar.

Gustavo Petro se siente superior a todo el mundo. Su continua impuntualidad, que ya es un rasgo de su personalidad, es una muestra de su egocentrismo. Deja plantado todo el mundo, no respeta el tiempo de los demás y su inasistencia a sus compromisos, aquí y en el exterior, se ha vuelto recurrente. Según el portal La Silla Vacía en su primer año de gobierno incumplió 82 veces su agenda (hoy son casi 100 veces los incumplimientos).

Recientemente, con ocasión de la Cumbre Amazónica en Brasil, se perdió durante todo un día, no asistió al cierre del evento y no estuvo en la foto oficial final (aunque sí aparece en la foto del meme adjunto). No regresó a Bogotá a la hora programada lo cual hizo que llegara tres horas tarde a la cita que tenía con el presidente de Suiza.





El incumplimiento de la agenda del presidente, que motiva toda clase de especulaciones, es preocupante y más aún, si tenemos en cuenta que en Palacio nunca dan explicaciones creíbles. Las coartadas que ofrece sobre sus retrasos o desaparecidas son cada vez más débiles, pareciera que se les están agotando las excusas. ¿Qué es lo que no sabemos sobre las verdaderas causas de su ausentismo? ¿Serán producto de rumba desenfrenada con exceso de licor, seguida de un guayabo demasiado fuerte? ¿O será, como lo insinuó Armando Benedetti en los famosos audios, que Petro, como un buen futbolista que juega de lateral, siempre va por la línea blanca?

Remate al Arco: Traigo a colación la célebre frase del filósofo y político francés Joseph de Maistre: “Cada pueblo o nación tiene el gobierno que se merece”. Sin embargo, encuentro aún más interesante la modificación que le hizo su compatriota André Malraux: “... no es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen”.

                                  




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3 comentarios

  1. Que nos espera, pensar que faltan 3 años, este país arrastrado a la hecatombe con este individuo .

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  2. Así es Jorge, este Presidente ha dejado mala imagen de Colombia y se ha vuelto muy autoritario y yo diría "Pedante", porque al igual que la mayoria de Socialistas de otros gobernos, no acepta que se equivoca sino que le hecha la culpa disque a la oposición. Ojalá estos casi 3 años se pasen rápido. PD: ojo con votar por G. Bolivar a la Alcaldia de Bogotá porque o sino quedamos fritos.

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  3. Excelente radiografia de la personalidad de Petro.
    Felicitaciones Jorge

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