Nos guste o no, Petro es el nuevo
presidente de Colombia y esto, en gran parte, se lo debemos al mal gobierno de Duque
que sin proponérselo, terminó abriéndole la puerta. Frente a esta realidad, lo
primero que debo decir es que deseo que le vaya bien como presidente porque de
ser así, le irá bien a Colombia.
No me agrada Gustavo Petro. Lo he
criticado por muchas de sus posturas públicas y, en particular, por su gestión al
frente de la alcaldía de Bogotá. Con sus actuaciones como alcalde demostró que
es un mal administrador. Conocí de cerca (no por los medios de comunicación),
la forma como manejó un proyecto de ciudad. Sus habilidades gerenciales son limitadas:
no traza una hoja de ruta clara, improvisa, no escucha a su equipo y no
reconoce sus equivocaciones. En una ocasión, fui testigo de la desaprobación
por parte de sus propios funcionarios de una decisión que tomó, por ser
inconveniente para la ciudad, pero nadie fue capaz de hacerlo cambiar de
opinión.
Me invade una gran incertidumbre sobre
el rumbo que tomará el país bajo su liderazgo. Me inquietan algunas cosas que
dijo en campaña, pero más aun las que no dijo, pero que, de alguna forma, las
dejó entrever.
Si la campaña de Petro fue sucia, llena
de estrategias envilecidas, en donde todo valió para alcanzar la presidencia,
¿podremos esperar que su gobierno sea ético y transparente?
Petro me produce desconfianza y tengo
mis reservas sobre su talante para dirigir al país. Me parece impredecible y no
es coherente entre lo que dice y hace. Su discurso, que suena a veces seductor,
se queda en palabras y, generalmente, no se traduce en proyectos
materializados.
Creo que el problema de Petro es él
mismo. Dicho de otra forma, lo que le puede impedir que sea un buen gobernante
es su propia manera de ser. Los rasgos de su personalidad tienen un patrón
generalizado de terquedad, egolatría y arrogancia que le imposibilitan
reconocer sus errores. Además, dificultan el trabajo en equipo e impiden
consolidar un buen staff de gobierno. Recordemos que como alcalde de Bogotá
tuvo que enfrentar continuas renuncias de funcionarios clave de su
administración.
Pese a lo dicho, no creo que el 8 de
agosto nos volvamos otra Venezuela como lo han repetido incansablemente los
uribistas. Tampoco me parece que vaya a acabar con el aparato productivo del
país o que se dedicará a expropiar la propiedad privada por deporte. Lo que sí
creo es que sus actuaciones podrían erosionar la democracia. No obstante,
confío en la solidez de nuestras instituciones para resguardarla. La democracia
es más fácil mantenerla que recobrarla.
La izquierda llega al poder por primera
vez y Petro tiene la gran oportunidad de demostrar que esta corriente
ideológica puede ser la gran transformadora del país para su bien. Hacer un
gran gobierno para todos, darle a Colombia un nuevo rumbo hacia el progreso,
acabar con la polarización que tanto daño nos hace y demostrar, en últimas, que
valió la pena el cambio. Confieso que me cuesta trabajo creer que esto vaya a
suceder. Tal vez soy poco optimista o mejor, un pesimista moderado. Ojalá me
equivoque, pero creo que su gobierno será inconveniente para el país. Me temo
que será parecido a los gobiernos de izquierda de Latinoamérica: sectarios que
buscan favorabilidad a punta de subsidios y con un marcado interés de
perpetuarse en el poder.
También hay que decir que el nuevo
presidente de los colombianos no la va a tener nada fácil. El país está
descuadernado y tiene muchos retos complicados que enfrentar. Va a tener medio
país en contra y la oposición será feroz. Tendrá que unir al país y concitar
las diferentes fuerzas políticas (buscar las mayorías en el Congreso), para
asegurar gobernabilidad y sacar sus iniciativas adelante.
Petro como presidente no me ilusiona,
pero tampoco me aterroriza. Sin embargo, sí me asusta que nos repita la
película que ya vivimos, en la cual el presidente de turno cambia un articulito
de la Constitución para quedarse en el poder o que nos reviva el episodio de
gobernar en cuerpo ajeno. En relación con esto último, no me extrañaría que
termine promoviendo como su sucesor, al alcalde de Medellín Daniel Quintero o a
la misma Francia Márquez.
Intentaré no seguir criticando a Petro
con el retrovisor. Lo que hizo ya es cosa del pasado y lo que interesa es su
presente como primer mandatario del país y el futuro que le labrará a Colombia.
Habrá que esperar a ver cómo le va. Dios lo ilumine y se deje iluminar.
Remate al arco: ¿De dónde sacó Petro casi 3 millones de votos
adicionales a los que obtuvo en primera vuelta? Pensé que no tenía posibilidades
de hacer crecer significativamente su electorado y por eso daba ganador a
Rodolfo Hernández. Pero como dice ese gran filósofo, Rubén Blades: “La vida te
da sorpresas, sorpresas te da la vida...”
Comparto tus puntos de vista pero lo más preocupante es el entorno que lo rodea para pensar que va a combatir lo fundamental; la corrupcion que campea en el sector público.
ResponderBorrarAgradezco tu comentario, aunque no sé quien eres. Tienes toda la razón, en cuanto a que su círculo político más cercano no inspira confianza en lo absoluto. Se podría aplicar el viejo adagio que reza: "Dime con quien andas y te diré quien eres".
BorrarGeorge buenas reflexiones. Habrá que monitorear día a día. Nuestra mayor responsabilidad será estará bien vigilantes porque hasta de pronto lo hace bien. No me asusta su gobierno, me parece que me asusta más Francia Márquez en su resentimiento. No se le veía feliz de ganar sino con aire de victoria de ahora si verán. La izquierda tiene su cuarto de hora … veamos de que son capaces
ResponderBorrarTambién me asusta Francia. No puede disimular su resentimento y desprecio por el capitalismo. Ojalá modere su postura y discurso. Por lo pronto, rezaré para que a Petro no le pase nada. No quiero ni pensar que ella, por cosas del destino, termine de presidenta. Francia
BorrarAsí es Jorge, la verdad al igual que usted estamos muchos colombianos. Lo que hay que hacer es orar por Colombia y por él para que Dios lo ilumine y que esta vez no sea tan testarudo y se deje guiar y asesorar. Vuelvo y digo hay que orar mucho porque todos sabemos el inmenso poder que tiene la oración
ResponderBorrarLo que mas me preocupa del discurso de Petro, son las coincidencias con las ideas de Hugo Chaves; parecieran calcadas y traídas al presente, de manera disimulada. Me preocupa además, quienes lo rodean y lo que representan, pues si se habla de cambio, creo que ellos son mas de lo mismo: corrupción, marrullas, trampas, clientelismo, mermelada, etc…. Entonces, cual cambio? Como va a cumplir todo lo que prometió? No hay como, ni donde, ni con quien. Lo bueno, es que se acabarán los argumentos de quienes durante décadas han cuestionado el sistema, desde las armas y el llamado estallido social. La culpa no es solo de Duque, al fin de cuentas, le ayudan los indicadores económicos, el manejo de la pandemia, el posicionamiento del país, en medio de esta tormenta. La culpa es de la corrupción, que ambas campañas usaron como bandera para lograr su objetivo y que durante toda la vida republicana de nuestra nación , ha desangrado los recursos naturales, los derechos de los mas pobres y necesitados. Rogamos a Dios, que este viraje que ha decidido el pueblo Colombiano, sea para bien y que no ocurra lo que infortunadamente reflejan los gobiernos de izquierda que bajo circunstancia alguna sirven de referente.
ResponderBorrarReflexiones inteligentes pero preocupantes, sobre todo la última que quedó en evidencia, con la noticia de hoy en el Noticiero Caracol, donde se comprueba un fraude en las urnas, porque de ser así, Petro y sus seguidores no aceptarán la prueba!
ResponderBorrarEn este país llevamos más de 50 años de fraudes electorales de las maquinarias políticas y ahora que la juventud toma la decisión por la izquierda, así no nos guste, tenemos que aceptar y no poner en duda, que después de tantos años, pareciera que por primera vez la democracia, por el inconformismo ganó.
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